Nicolás Durán de la Sierra
A unos días de que concluya el mes celebratorio de la fundación de Quintana Roo como Estado, pues antes era territorio federal, conviene mirar la ruta recorrida en sus 50 años de vida autónoma. Si bien venturosos los más de ellos, no ha dejado de tener tiempos difíciles unos de origen natural y otros hijos de su propio éxito como el crimen organizado y de las omisiones políticas.
Abatir la criminalidad es uno de los grandes retos y no solo del Estado sino también de otras entidades del país. La estrategia de la presidenta Claudia Sheinbaum, mezcla de mano dura con algunos ejes en la materia de López Obrador, abre un compás de esperanza, pero la ruta será difícil e implicará tiempo, mucho más de los cien días del plan de arranque presidencial.
Mas no debemos olvidar lo venturoso de la ruta del Estado desde su fundación el 8 de octubre de 1974 por el entonces presidente Luis Echeverría, y con motivo de este aniversario la gobernadora Mara Lezama inauguró recién una muestra de la cultura estatal en el seno del Senado de la República, gesto que apuntala su lema de incluir a todos en la prosperidad turística.
Ese es el otro reto del Estado, uno que por años se omitió de la cartera oficial y que ahora se ha convertido en eje de gobierno: abrir la puerta del éxito turístico a la mayoría de la población, sobre todo la del área rural y la de los cinturones de pobreza urbana, donde son graves las carencias. “La prosperidad compartida” es el lema de la gobernadora y lo adoptò la presidenta Sheinbaum.
Las fiestas del medio siglo de vida de Quintana Roo como estado federal deben ser, también, espacio propio para la reflexión: los problemas que encara -sólo se habló de dos- son varios y todos tienen que ver con la incesante inmigración, entre ellos controlar el desarrollo de nuestras ciudades, pues unas acusan ya marcados desequilibrios de infraestructura, como Cancún.
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