El Minotauro /
Por Nicolás Durán de la Sierra /
El horizonte financiero de Quintana Roo tiene tintes de tormenta. La situación es crítica y en el aserto no hay exageración alguna. En este difícil octubre, el gobierno estatal no sólo plantea a la Secretaría de Hacienda que el presupuesto del 2020 sea, de menos, igual que el de este año, sino también exige que le entreguen los casi dos mil 200 millones que se le deben de aportaciones y participaciones federales del 2019.
La demora en la entrega de estos fondos, que equivalen al 15 quince por ciento del gasto federal que el gobierno estatal debe aplicar este año, ha traído la parálisis de obras -entre ellas escuelas- y lo peor es que, según fuentes oficiales, es difícil que el gobierno central salde el débito. Allá alegan que el dinero salía de programas hoy cancelados; aquí replican que esos programas ya estaban en ejecución local y que hay que concluirlos.
Las discusiones por las partidas federales del 2020 en el congreso concluyen este octubre -el difícil octubre- y no hay asomos de que el Estado recibirá igual cantidad que este año. De remate, la hacienda federal reconoció que hay una desaceleración económica en el país y que se espera un alza de medio punto del PIB. Si sirve de consuelo, otros países, con Estados Unidos a la cabeza, enfrentan la misma situación.
De allí la doble apuesta del gobernador Carlos Joaquín con el acuerdo de ‘turismo para la prosperidad’ con la asociación de gobernadores panistas, para paliar la crisis financiera con dinero turístico, y con su llamado a una convención nacional hacendaria que redefina atribuciones, mecanismos, tiempos y montos de las participaciones y aportaciones federales, es decir que se fijen nuevas reglas en el tablero fiscal…
Sobra decir que Quintana Roo no es el único estado al que, al parecer, le quedaron debiendo…
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