Nicolás Durán de la Sierra
La prórroga por dos semanas que la comuna de Benito Juárez solicitó a la autoridad ambiental estatal para seguir usando el basurero de la ciudad, el que recién fuera cerrado por esta instancia por la contaminación que genera, da una idea de lo hondo de la crisis de basura que enfrenta la ciudad. No es exagerado decir que estamos al borde de una contingencia sanitaria.
No se trata de una crisis más de las que le ocurren a la ciudad por la ineficiencia en el manejo de la basura, sino una de tamaño mayor que incluirá a las alcaldías vecinas pues los ayuntamientos de Puerto Morelos e Isla Mujeres también utilizan el tiradero de Cancún. El problema fundamental es que, hoy por hoy, no hay a la vista algún terreno para destinarlo a esta función.
La millonaria multa impuesta a la empresa Pimsa, que es la que opera el basurero, no la de la recoja de los desperdicios; esta multa es un pobre consuelo frente al problema que originó, en lo general, por no separar la basura y de remate, no compactarla como es debido. Si hay autoridades coludidas, que es probable, su sanción, en la práctica, no soluciona el problema inmediato.
Para tener idea del tamaño de la crisis que se avecina, baste decir que el actual tiradero capta al día mil 300 toneladas de basura, y en el futuro serán muchas más al abrirse nuevos hoteles en Costa Mujeres y en otros puntos citadinos. Por añadidura el tendido de las celdas sanitarias, de hallarse sitio, requiere de varias semanas si es que se quiere hacerlo bien. Menudo problema.
Pese a sus esfuerzos, el municipio está siendo superado por el problema y ello hace necesaria la intervención de la gobernadora Mara Lezama, para que con sus enlaces federales y sus recursos ayude a cubrir esta carencia urbana. La falta de un tiradero público moderno en esta ciudad impactaría, sin duda, la operatividad del Tren Maya que se inaugurará a finales de año.
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