El Minotauro /
Por Nicolás Duran de la Sierra /
El paquete de reformas al poder judicial recién enviado al congreso por el presidente López Obrador, reformas que buscan, entre otros fines, llevar la defensoría de oficio hasta las zonas más pobres del país; el envío de este paquete es también un episodio más en la ríspida lucha que se da entre el afán de limpieza del gobierno de la ‘4 T’ y un grupo de togados que se niegan a dejar los beneficios y lucros a los que están habituados.
Reformar el poder judicial, barriendo desde arriba, no será fácil. Como en otras espacios de la vida del país, en este la corrupción también echó raíces y, por desgracia, el caso del exgobernador Mario Villanueva Madrid está en medio de la lucha entre los afanes renovadores de López Obrador y el hondo anclaje de un grupo judicial que, al menos en los últimos tres sexenios, vivió con un nimbo dorado y quiere seguirlo teniendo…
Por argucias de los jueces –detrás está el expresidente Ernesto Zedillo, acusa el procesado, la situación judicial de éste se encuentra estancada y, por ahora, no podrá seguir su causa en prisión domiciliaria, derecho que le han negado una y otra vez aunque cubre los requisitos para obtenerlo, como afirma Olga Sánchez Cordero, la secretaria de Gobernación y exmagistrada del Tribunal Superior de Justicia.
Se trata de una venganza política.
Todo indica, como recién se pidiera al presidente López Obrador en su pasada visita a Playa del Carmen, que la ruta para hacer justicia a Mario Villanueva, será el indulto presidencial. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos está a punto de atraer el caso del único preso del ilusorio “Caso Cancún”, y digo ilusorio porque nunca existió. Todos los coacusados con el exgobernador han sido encontrados inocentes.
Saludable es para el país la reforma judicial iniciada por el gobierno federal en alianza con el Tribunal Superior de Justicia, que elaboró las iniciativas; sano es que otra vez brille el poder judicial, pero en lo que ello ocurre, la solución de casos como el del Villanueva Madrid debe ser prioritaria y no tan sólo por justicia, sino también porque el alarde de la iniquidad opacan el esfuerzo del presidente y engallan a los que medran en los juzgados.
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