El Minotauro /
Por Nicolás Duran de la Sierra /
Pese al volumen de información seria que se ha dado en torno a la virtual escalada del coronavirus en México y, desde luego en el Estado, aún hay quienes no entienden a cabalidad la amenaza que implica este fenómeno para la salud pública y para nuestra economía. No son una legión, cierto, pero esos pocos pueden poner en riesgo el aparato de seguridad de que disponemos.
No se trata sólo de quienes, por miedo, restan virulencia a la epidemia o de aquellos que por temor disfrazado de “precaución extrema” realizan compras de pánico, sino de los que con dolo generan desinformación en las redes sociales, vehículo temible si se opera con malignidad. La reciente falsificación de documentos ordenando el cierre de restaurantes y bares en Cancún, es un ejemplo.
Debe detenerse a los autores, sí, pero también la propia comunidad debe cribar la información que le llega. Los mensajes oficiales en torno al Covid 19 han sido claros y oportunos. En los ámbitos estatal y federal acaban de anunciarse apoyos de emergencia para los más frágiles. Quieren cubrir todos los frentes y esto no tan sólo es innegable, sino hasta alentador.
Desde luego que nos vienen días difíciles y los números de afectados crecerán y habrá que lamentar perdidas, pues se trata de una epidemia, pero las estructuras sanitaria y económica del país y del Estado están en las manos correctas y es probable –esperemos que así sea- que el impacto del coronavirus sea mucho menor que el esperado. Tenemos los recursos para salir adelante.
En tanto los gobiernos diseñan las estrategias para que, vencida la epidemia, en los próximos meses recobremos el camino de la normalidad, como comunidad tenemos la obligación de respaldarlos y acatar sus disposiciones. Dejemos a los agoreros del desastre y a los tejedores de infamias políticas para otro momento, pues es evidente que si el gobierno falla, perdemos todos.
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