A Tiro de Piedra /
Por Julian Santiesteban /
Dos versiones oficiales, complementarias pero incorrectamente manejadas, existen actualmente con respecto a la pandemia de Covid.-19 en el país, una de ellas recalca que esta semana será la más crítica en cuanto a contagios y la necesidad de resguardarse; la otra, señala que estamos a punto de salir de la emergencia y con adelantado optimismo recalca que, luego de esta crítica etapa vendrá de nuevo la libertar de movilidad. Ambas son ciertas, pero traslapadas en su uso, puede ser más dañina que benéfica.
Parecen antagónicas, pero coinciden en que la semana que inicia exige un esfuerzo mayúsculo de resguardo por parte de la ciudadanía, particularmente de la zona Ciudad de México, Sinaloa, Tabasco, Baja California y Quintana Roo, en este último el municipio de Benito Juárez, Cancún, que a este domingo acumula 666 casos positivos de Covid-19; sin embargo, de la utilización pública de ambas versiones viene la confusión; ¿nos resguardamos o, como ya vamos saliendo, podemos relajar, aunque sea un poco, este prolongado encierro? La respuesta está en la movilidad en las calles.
La autoridad –independientemente del nivel- ha solicitado a los medios de comunicación no magnificar la situación porque eso genera pánico; sólo que el solicitante no cumple a su vez la responsabilidad de no “adelantar vísperas” y propala un optimismo que sacaría a las calles a los mexicanos, justo en el momento que más resguardo requieren, al difundir que, luego de que lo peor pase, estaremos mejor. Es hasta cuestión de lógica, pero hay que esperar a transitar el pináculo de contagios.
Ciertamente, la autoridad tiene que transmitir serenidad, pero no es lo mismo que generar condiciones que relajen las medidas de resguardo y menos que generen confusión; por ejemplo, el viernes, cuando el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, anunció lo crítico de la situación y advertía de las necesidades de fortalecer el “Quédate en Casa”; por la tarde, su mismo colaborador y subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, habló de lo bueno que ya venía –se deshizo en halagos a gobiernos como el de Quintana Roo y su secretaria de Salud, Alejandra Aguirre Crespo-; y el sábado, el mandatario adoptó de nuevo el discurso del “vamos bien” que ya tanto se le conoce, recalcando que, según las “cifras” de su gobierno, la cantidad de casos en el país están por debajo de las proyecciones y que había incluso descenso en los mismos. Con esa lógica, sumando la versión del “ya vamos a salir” y traducido todo al entendimiento popular de “ya la hicimos”, ojalá y la cúspide no termine elevándose más.
Y es que ese optimismo adelantado en las autoridades las ha llevado a postergar una tras otra vez el tiempo en que la cuarentena se levantará, pues los periodos entre una etapa y otra pareciera que han querido moverse “por decreto”; hace apenas unas tres semanas, el presidente decía que deseaba que, para el 10 de mayo, ya hubiera transcurrido, al siguiente día, su subsecretario, declaró que unos mil municipios recuperarían movilidad a partir del 17 del mismo mes, pero en esa misma semana se postergaron las medidas de resguardo hasta finales del mismo y por decreto presidencial los trabajadores federales permanecerán sin trabajar hasta agosto; ¿por fin?
Por último, baste para contrastar, conocer el anuncio del gobierno de Francia de este sábado, el cual señala que las medidas de resguardo se postergarán hasta el 24 de julio, pues “levantar la cuarentena el 23 de mayo sería prematuro, los riesgos de recuperación epidémica están probados en caso de interrupción repentina de las medidas en curso”; o baste ver también que el gobierno de China tuvo que poner en cuarentena a otros 10 millones de personas de ese país, también por adelantarse en el relajamiento de las medidas de seguridad. No es que la afectación económica no sea profunda, es que será mayor si se quiere construir una situación por mera voluntad, sin las medidas de salud adecuadas. De plano, “vemos y no vemos”; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra, Nos leemos en la próxima.
COMENTARIO MORBOSO
No es por intrigar –o sí-, pero en ese optimismo de adelantar los tiempos, hay quienes ya están empujando también para retomar el proceso de renovación de la dirigencia nacional de Morena, pues luego de haber sido emitida la convocatoria el 30 de marzo y ser suspendida apenas unas horas después de publicarse, la carrera por la “cabeza” del partido político más poderoso en el país sigue en la mira de sus militantes.
De acuerdo a la suspendida convocatoria, en este ya iniciado mes de mayo, del 12 al 21 se debieran realizar encuestas abiertas para elegir a los nuevos dirigentes y tomarles protesta el 26 del mismo mes; pero el dirigente interino –cuyo periodo también concluía a finales de mayo- Alfonso Ramírez Cuellar, anunció que el proceso sería retomado cuando las autoridades sanitarias anuncien que la emergencia ha pasado.
La “jiribilla” está puesta en si el partido seguirá las recomendaciones de la Secretaría de Salud federal, porque si así fuera, las dirigencias estatales de Morena pudieran renovarse conforme se indique que lo peor ha pasado en alguna entidad; o acaso esperarán a que las condiciones de salud sean óptimas en todo México. ¿Cuál es la diferencia? Básicamente, incide en el tiempo en que Ramírez Cuellar estará al frente del partido y la cercanía del inicio del proceso electoral concurrente más grande de la historia de México; con ello también la posibilidad de que sea esa dirigencia –junto con el “dedo iluminado” de Palacio Nacional- la que defina las candidaturas para las mil 900 alcaldías, 15 gubernaturas, 500 diputaciones federales y más de una decena de Congresos locales que renovarían legisladores locales.
¿A poco en este país ya cambió la regla de que el presidente pone candidatos? Se preguntará el lector; y la respuesta es simple: No, pero depende mucho de quién le “hable al oído al tlatoani” en el momento indicado, por eso la “revolución” en Morena está a punto de reiniciar, en este punto máximo de la pandemia, pero como los “expertos” dicen que ya está a punto de pasar, pues que comiencen de nuevo los encontronazos internos; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
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