Opinión Pública y Debate /
Por Néstor Eduardo /
En la madrugada de este miércoles 3 de junio, murió un gran morenista de Quintana Roo, el camarada e incansable luchador social Laurentino Martínez Pérez, uno de esos héroes anónimos que durante décadas luchó en favor del pueblo y de sus anhelos de justicia, libertad y democracia. Incansable activista de izquierda, siempre demostró tanto en el discurso, como en los hechos, el valor de sus ideales y la congruencia en sus acciones, lo cual lo llevó a la confrontación con los poderes autárquicos del viejo régimen, quienes ni tardos ni perezosos lo llevaron a prisión al apoyar la lucha del magisterio.
Fundador de Morena y activo participante en la política de campo, del trabajo con la gente, siempre hizo del ejercicio de la libertad de expresión su baluarte más preciado, derecho que ejerció en contra de propios y extraños, señalando sin tapujos ni intrigas lo que desde sus valores era incorrecto. Derivado de lo anterior, las élites del morenismo, una vez sí y otra también, lo bloquearon y hundieron a la mala y en montón, impidiéndole acceder a algún espacio de representación popular o de dirigencia partidista en cualquier ámbito de poder de Quintana Roo, enorme error para los morenistas quintanarroenses, ya que si había algún cuadro ideal para uno u otro cargo, ese siempre fue el maestro Laurentino.
Su visión de país se circunscribía en la realización de cambios profundos en las estructuras sociales, políticas y económicas, él no era reformista, era un revolucionario. Con una conciencia de clase muy por encima de la media dentro de los militantes de izquierda de morena, Laurentino era sin lugar a dudas el cuadro con la mayor formación política del morenismo en Quintana Roo. Es una verdadera pena que ni siquiera la dirigencia nacional del IFP le haya dado la oportunidad de poner tantos proyectos e ideales al servicio del partido y en consecuencia del proceso de transformación política que dicha franquicia dice abanderar.
A pesar de todo, su principal virtud no era en el ámbito de la política, quienes conocimos a Laurentino siempre tuvimos en él a un gran amigo, era un humanista. El maestro Laurentino era antes que nada un gran ser humano, siempre apoyando desinteresadamente al más necesitado, cosa rara en Morena, pero te ayudaba sin comprometer tu voto, de la forma que fuese, interesado siempre en escuchar y ver por los que menos tienen, ayudando a sus semejantes de una u otra manera, era una muestra de congruencia dentro y fuera de la política.
Descansa en paz amigo Laurentino
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