Para la Real Academia de la Lengua Española, la criba se refiere al “utensilio consistente en un aro con una malla u otro material agujereado fijados en él, y que sirve para cribar”, lo que nos lleva al verbo infinitivo de “cribar” que se refiere a la acción de “someter a una selección rigurosa un conjunto de personas o cosas”.
Este verbo se resalta con gran importancia para diversos autores como los politólogos de la Universidad de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, en su obra Cómo mueren las democracias, en la que hacen un estudio detallado de los problemas que puede generarle a un estado, a su economía y a su sociedad los partidos políticos al realizar una mala criba de candidatos, en alusión a Donald Trump.
Por ello, dichos autores le confieren un papel de guardianes de la democracia a los partidos políticos, con la necesidad, más que finalidad, de que en algún momento asuman ese rol en beneficio de los ciudadanos, tal como se expresa a continuación:
“Al fin y al cabo se supone que en las democracias no se ilegalizan partidos ni se prohíbe a candidatos a postularse a las elecciones (y nosotros no abogamos por tales medidas). La responsabilidad de cribar a las personas autoritarias y dejarlas fuera recae más bien en los partidos políticos y en sus lideres: los guardianes de la democracia”.
Dicho lo cual, me viene a la mente la serie que retrata a la banda de principios de siglo XX en Europa denominada “Peaky Blinders”, cuyo líder Thomas Shellby, llega a ser electo popularmente como representante en Inglaterra por el Partido Laborista, aún cuando sus antecedentes de homicidios, robos, fraude en carreras de caballos, contrabando y muchos más, eran de dominio público; sin embargo, tenia el dinero para hacerse de la candidatura y de un escaño en el parlamento para acrecentar su imperio delictivo. Lo que nos llevaría a barajar nombres como Carlos Romero Deschamps, Elba Esther Gordillo, Tomás Yarrington, los Moreira, los Salinas, Armando Guadiana, y muchos otros que se ubican en el top de los políticos más corruptos de México en las publicaciones de Forbes.
En este sentido, uno de los factores reales implícitos en el sistema de partidos para aquellos países que sostienen el delgado argumento de las elecciones libres y directas como última expresión de la democracia, es la criba; sin esta, sin la selección de las y los mejores para el cargo a elegir, simplemente estamos siendo parte del mismo sistema que se corrompe desde el origen al momento en el que los partidos políticos no asumen su papel preponderante, que no es precisamente vender escaños como ha pasado desde Thomas Shellby hasta hoy.
Los juegos del hambre ya comenzaron, y en el 2024 ya con el desgaste natural las distintas fuerzas tanto internas en la cuarta transformación con el innecesario proceso de corcholatas, como externas que parecen poco a poco reorganizarse con una alianza que sigue teniendo un voto duro y un movimiento ciudadano que ya se prepara para ser segunda fuerza si reviven a sus muertos, es posible que en el congreso se tenga menor presencia que la que se tiene hoy.
Es por ello que, la alianza debe dejar a un lado cualquier pretensión de poder y asumir con cabeza fría el proceso que se avecina interesante, ya que Coahuila fue un claro ejemplo de la realidad a la que se enfrenta una alianza rota, y el Estado de México de lo que puede ser, si se liman asperezas y se sacuden las soberbias. Mientras tanto, el balón ya esta en la cancha y la criba o mejor dicho el draft, requiere de competencia argumentativa para avanzar en lo que ni con abrumadora mayoría se logró.
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