Nicolás Durán de la Sierra
A unos pocos días de que finalice la XVII legislatura del Estado y comiencen a trabajar los diputados salidos de las pasadas elecciones, poco es lo bueno que se puede decir del grupo parlamentario que se va. Si bien con algunas luces, la falta de una clase política estatal se reflejó en la pobreza del poder legislativo que acaba; hasta dejaron dañado el edificio sede.
Entre las varias tareas que ellos debieron atender y no la XVIII Legislatura está el retorno de la estatua de Don Andrés Quintana Roo, al que poco le valió su jaez de héroe epónimo estatal para preservar su integridad, y el subsanar los amplios lagos de la ley de movilidad, por citar tan solo un ejemplo, que la voz “lagunas” no hacen justicia a sus omisiones.
Empero, lo que no pudo aplazarse, que para eso hay un periodo extraordinario de sesiones, fue la modificación de la ley interna del propio congreso para que Morena presida la cámara por dos años, uno los verdes y el PT, el otrora aliado electoral, pues qué pena por sus afanes, pero cual se sabe, los trienios sólo tienen tres años y ni modo, será para la próxima.
Sin embargo, acordes con la línea nacional, en la sesión habrá de aprobarse el que no prescriban los delitos por el lucro indebido de funcionarios y la creación del tipo penal “remuneración ilícita de los servidores públicos”, es decir, en una expresión simple, se trata de una ley contra “la mordida”. Nótese el primero de estos puntos que es muy interesante pues incluye el peculado.
Como se ve, más sombras que luces deja la legislatura que se va, la que se esperaba con más aliento y mejor desempeño, pero fue como las que le antecedieron en el pasado reciente y, con base en los nombres que forman la nueva cámara, es muy probable que esta siga por el mismo sendero. Por el bienestar del Estado, espero que con sus hechos demuestren mi error.
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