El Minotauro
Por Nicolás Durán de la Sierra
Hace unos días se informó que en Quintana Roo, en particular en Cancún y en Playa del Carmen, existen más de 60 mil viviendas de interés social que no se han vendido, por lo que empresarios del ramo pedirán apoyo tanto de la Federación como del Estado para enfrentar esta “grave crisis inmobiliaria”, la que ahondó el impacto de la epidemia del coronavirus. “Las ventas se cayeron por completo, así de simple”, arguyen.
El argumento, sin embargo, es falso. La venta de estas viviendas se derrumbó desde hace por lo menos cinco años, y se debió no sólo a sus altos precios, sino también a su pequeño tamaño y la baja calidad de sus materiales, a sus fallas estructurales, y sobre todo a su ubicación en la periferia de las ciudades y, lo que viene a ser el colmo, hasta por carecer de servicios públicos básicos como la luz eléctrica y el drenaje sanitario.
En pocas palabras, ofertan conejeras en lugar de casas y luego lloran porque se cayeron sus ventas. La crisis no es nueva. Hay casos como la segunda parte del fraccionamiento “La Selva”, en Cancún, que está abandonada desde el 2014 y en una situación parecida se encuentra, en Chetumal, la última fase del conjunto “Las Américas”, que ofrece viviendas colindantes con el basurero municipal, a cincuenta metros escasos del vertedero público.
Por lo que toca a los nuevos fraccionamientos, las inmobiliarias pagan sus propios yerros, pues amparados en la llamada “ley casitas”, la que fue impulsada por ellos y avalada por la pasada legislatura; con esta ley, redujeron el tamaño de departamentos y casas, y hoy lloran por no vender las “miniconejeras” que ellos mismos edificaron. Pésimo negocio para ellos, y bueno para los diputados comandados por el panista Eduardo Martínez Arcila.
Sería un error apoyarlos desde el gobierno; muchos de ellos son timadores disfrazados de empresarios, pues para sus proyectos usaron dinero público, aunque sabían que sería casi imposible vender casas junto a basureros, por ejemplo. En promedio, en Cancún, el pago mensual por casa es de tres mil pesos, en tanto que el ingreso mensual medio, según el Inegi, es de seis mil 500 pesos. Así no se puede adquirir un techo propio.
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