El Minotauro
Por Nicolás Durán de la Sierra
El pasado 23 de abril se celebró el Día Internacional del Libro, fiesta iniciada por la Organización de las Naciones Unidas para fomentar la lectura y proteger los derechos de autor. El festejo data de 1989, aunque su origen es anterior y se ubica en España, donde el rey Alfonso XIII, en 1926, dictara la fecha para evocar el óbito de Miguel de Cervantes, autor del famoso Quijote. La idea, sin embargo, no tuvo gran resonancia.
Sin embargo, en donde sí que tuvo eco fue en Barcelona, capital catalana, donde la fecha coincide con las fiestas de San Jorge, el patrón de la provincia, aunque la fecha -vaya ironía- se celebró en catalán y no en español. Por añadidura, se acostumbra que ellas regalen un libro a sus parejas, en tanto ellos entregan a cambio una rosa, y de allí que tal flor se asocie con la efeméride. Con el paso del tiempo, esta costumbre se extendió a Europa.
Desde luego, el festejo debiera extenderse a los editores, puesto que, sin ellos, simplemente no habría libros. Su patrón debiera ser Johannes Gutenberg, aquel alemán que entre 1450 y 1455 imprimiera el primer libro de Occidente; la Biblia Latina, de la que ya no queda ninguna íntegra, aunque sus partes han sido subastadas hasta en cinco millones de dólares. Claro está, es una de las ediciones más costosas del mundo.
Se trata, cual se dijo líneas antes, del libro impreso más antiguo de Occidente, pero no del mundo, ya que el primero de ellos fue el budista Sutra del Diamante, el que fue mandado a imprimir por el emperador chino Wang Jie, en el año 888, hace casi mil 150 años, seis siglos antes que el de Gutenberg. Sin embargo, al parecer, en India existe un libro impreso aún más longevo.
Por lo que respecta a México, o con mayor propiedad a la otrora Nueva España, el primer libro fue la Doctrina Cristiana en lengua mexicana y castellana, de Fray Juan de Zumárraga, editado por el ítalo Juan Pablos, en la que fuera la primera imprenta del “Nuevo Mundo”, en la entonces Casa de las Campanas, sita a un costado de lo que ahora es el Palacio Nacional, y patrimonio del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Viene un llamado a pie de página sobre el punto, que es sabrosa anécdota: la Casa de las Campanas, luego de ser imprenta, se integró al Convento de Santa Teresa de la Orden de las Carmelas Reformadas, que fuera la primera morada eclesial de Sor Juana Inés de la Cruz. El edificio es legendario…. Así pues, vayan estas referencias líneas para conmemorar al El Libro, el que sin duda sigue siendo el mayor vehículo de la humana cultura.
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