Por Julian Santiesteban
La recta final de la administración de Carlos Joaquín González inició demasiado pronto –casi a la mitad de la gestión-, pero la real es ahora. Lo poco, muy poco, logrado en materia de infraestructura y desarrollo no variará significativamente. Es el tiempo de hacer más política que gobierno y esa coyuntura llega en la peor de las circunstancias, pues el mandatario no tiene el apoyo de los partidos que lo llevaron al poder, y en la Cuarta Transformación Republicana lo ven con tanto recelo, que en la semana le lanzaron el ataque mediático más fuerte que le hayan dedicado desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó al poder, en 2018.
El gobierno del estado deberá concretar, esta semana, la disposición de 820 millones de pesos con la banca privada, con ello se llegará de nuevo a las cifras de los veinte mil millones de deuda; podrá insistirse en el discurso y en papel, que los recursos serán destinados a 49 obras, pero en el imaginario colectivo queda la impresión de que servirán en realidad para tener un “respiro” a la salida del gobierno, pero además, el camino de la realización de obras que no se han de inaugurar en esta administración parece la ruta incorrecta, refuerza la idea de que el gobierno deja “a medias” lo que hace, con ello, el desencuentro de Joaquín González y los quintanarroenses se acentuará más, justo cuando lo que requiere a partir de ahora es una reconciliación permanente con todos los grupos sociales.
Sí, hay esquemas anacrónicos en la política mexicana, como el principio aquel del siglo XX -en los tiempos duros del priísmo nacional-, que reza que, cuando haya escasez de recursos, la salida de los gobiernos es hacer política. Eso implica priorizar lo que se tiene, “tiros de precisión”, reconfigurar aliados en función de lo que aportan en el momento; pero siempre con un rol preponderante del que gobierna, no es momento de retirarse, es importante hacer patente que la toma de decisiones implica un proceso racional y de concordia, pero sobre todo de verticalidad. El presidencialismo es así, es el modelo nacional, en tanto no se cambie el modelo, pretender “democratizar” demasiado implicará siempre pérdida de control; y eso no ocurre ni en las democracias más acabadas.
Con todo lo anterior como contexto, cabe decir que las condiciones políticas de la actual administración lucen bastante difíciles; miembros notables en la estructura estatal –y uno que otro nacional-, tanto del PAN como del PRD han confirmado al escribiente que hay una franca brecha de separación para con el mandatario estatal, pero además los desencuentros públicos son claros, mucho se ha escrito y dicho sobre el tema, como para aducir a estas alturas, que son sólo especulaciones, pero lo importante no está en ello, sino en el rol que jugará el gobernador en la propia sucesión; porque si, como se dice, no le permitirán margen de acción en la definición de los candidatos y él mismo dice que no intervendrá –de nuevo la faceta democrática-, entonces, simplemente será rebasado.
Existe también la otra versión, aquella de que el mandatario ha decidido apoyar la postulación de la alcaldesa de Benito Juárez a la gubernatura, María Lezama Espinosa y es aquí donde se pone de nuevo interesante; pues en la semana que terminó, el periódico Regeneración, órgano cuasi oficial de la 4T, lanzó una dura editorial en la que señalan a Joaquín González de financiar a periodistas críticos del régimen federal, como Héctor Aguilar Camín. No es que con ello se arriesgue la postulación de la edil benitojuarense, finalmente los factores de decisión serán nacionales, pero en lo local, esa dupla pudiera tener mal recibimiento entre los apoyadores del presidente. El reflejo sería en votos. Toda esa combinación de factores, de encuentros y desencuentros, curiosamente, parece favorecer al “panrredismo”, los colores del actual gobierno, pero sin el gobernante.
¿Qué debiera ocurrir? Si el ataque desde presidencia es en serio, debiera buscarse un proceso reconciliatorio entre los azules y amarillos para con la administración, construir un proyecto con actores reales –es requisito sine qua non- para aportar votos (basta de improvisaciones como las que se han tenido, el gobernador ha perdido los tres procesos electorales que le ha tocado vivir, la señal es más que clara); pero también comprometer a los comités nacionales partidistas, pues se suele demandar apoyo y recursos en lo local, pero poco o nada se aporta, más allá de la “bendición.”
Y, en recapitulación, más política y menos gobierno, con los 140 millones de pesos que se invertirán en el bulevar de Chetumal, no se cambiará la percepción de los sureños, ni el apoyo de las cámaras empresariales, eso lo podrán decir sus dirigentes para convertirse en proveedores de la obra; como no ocurrió, por cierto, con la remodelación de la avenida De Los Héroes, en el cierre de la administración de Roberto Borge Angulo, cuya motivación parece haber sido copiada a calca para la que ahora se pretende. Acercarse a los políticos olvidados, a los líderes naturales reales, política real de desagravio, que implica el reconocimiento de lo que no se hizo –porque no se pudo, no se quiso y se antepuso en muchas ocasiones la soberbia-; por ahí. Es el camino más duro, lleno de espinas, pero con más esperanzas. “empedrar” la salida destinando los recursos a ese tipo de fines, no generarán la más mínima modificación del ánimo social. Aún es tiempo. Ahora que, si es cuestión de “negocio”, entonces no dijo nada el escribiente. Y así con las demás obras.
Si como se especula también, la entrega del gobierno a la 4T es un proceso ya en marcha, entonces nada tiene que hacerse, sólo acordar con actores nacionales, sólo negociar salidas y futuros, cruzarse de brazos en lo político, apoyar con “calor” al abanderado/a de enfrente y esperar. La decisión tomada será más que notable en las siguientes semanas. Habrá indicativos discursos oficiales en el quinto informe de gobierno, el 48 aniversario de Quintana Roo como entidad federativa; y, en abril del 2022 justo antes de iniciar las campañas electorales, en el 51 aniversario de Cancún. Como ejemplo, la respuesta lanzada por el gobernador desde el Congreso del estado en fechas recientes, a propósito de quienes lo señalaron de ser el perdedor de los comicios del 06 de junio. “Qué poca visión de la realidad” dijo, “no fue derrota, fue democracia”, consideró.
Las rutas críticas las definen los propios actores políticos que deben transitarlas; las consecuencias, esas sí llegan a todos; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
COMENTARIO MORBOSO
No hay, suficiente con los ya expresados.
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