Por Julian Santiesteban
No es más que el “dedazo”, pero dicho de manera diferente. Bueno, malo conveniente o no, legítimo o ilegítimo; eso lo podrán decir los que militan en Morena, pero la llamada “valoración política” para la asignación de candidaturas para los 6 gobiernos estatales que estarán en disputa el 2022, resulta la misma práctica que ha caracterizado a los gobiernos mexicanos siempre, y que la Cuarta Transformación Republicana (4T) se comprometió a erradicar. Así de claro, concreto y directo.
Legal, puede ser, pero cuestionable también; sobre todo, porque pareciera que se va a repetir la mala experiencia del 2020, cuando en 8 de 15 entidades en las que hubo cambio de gubernatura, se cuestionó el proceso para la definición de candidaturas y hubo una avalancha de protestas ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Sí, el máximo tribunal dejó sentado que es atribución partidista la definición de sus candidatos, pero sus militantes dejaron constancia también que la estrategia de lanzar convocatorias, asegurar que se van a hacer encuestas para decidir abanderados y que ello se hará en función de los que estén más acreditados/as ante la ciudadanía, no es más que una “trampa de ratón”, para hacerlos entrar a “comer queso” y luego “matarlos” políticamente.
Es la misma trampa de siempre, esperando al final de los términos para que los inconformes no puedan salir y optar por otra opción política o, en su defecto, obligarlos a renunciar antes de que concluyan los procesos partidistas, para que el régimen tenga libre la versión de acusar a los que señalan dicho engaño de traidores… y entonces ¿en dónde está el cambio político generado por la 4T? suponiendo –y sólo eso- que en la administración pública haya alguna transformación, ¿en lo político no debiera también ocurrir lo mismo? Inconformes siempre habrá, evidentemente los que no sean elegidos/as dirán que el proceso estuvo plagado de inconsistencias; pero ¿no resulta además evidente y no existen suficientes antecedentes para inferir que, a finales de este 2021, veremos las mismas definiciones cuestionables que hubo en 2020?
Y no se trata solamente de un ejercicio caracterizado por la soberbia, por la postura de sentirse invencibles, es mucho más. Porque, si los valores democráticos que enarbola el presidente López Obrador son reales, entonces el partido que lo llevó al poder no los comparte y, evidentemente no los ejerce; lo cual nos lleva también a cuestionar hacia el futuro ¿cuánto tiempo puede existir Morena en la contradicción? ¿cuánto tiempo pasará para que el presidente cumpla aquello que dijo el 28 de agosto de 2019: “Si Morena se corrompe, renuncio y pido que le cambien el nombre”? A menos que, en realidad, se “pegue con la izquierda y se sobe con la derecha”; es decir, que en el discurso todo es democracia y rectitud y, en la realidad, es lo mismo de siempre.
“Que todo cambie para que todo quede igual”; al estilo de El Gatopardo. O “El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio, si puedes simular eso, lo has conseguido”, frase de Groucho Marx; son frases que pueden, perfectamente, ilustrar el momento político que está viviendo en este momento Morena. Ya lo vivió en el 2020 y, si no se desgaja en el actual proceso, que culminará con la elección de seis gubernaturas en el 2022; repetirá el “ejercicio” en el 2023, cuando se renovarán tres gubernaturas más. Si esa es la dinámica, ya se imaginará el lector cómo será el proceso para la designación, en el 2024, del que será el sucesor de Andrés Manuel López Obrador, lo único que está en duda, es si Morena logrará llegar como partido hasta entonces, o si el presidente seguirá militando en él. Solución nada sencilla, futuro bastante incierto.
Se insiste pues, no es que sea novedad o que la distorsión haya sido ocasionada por este partido y gobierno; por el contrario, la mala herencia está presente en todo el país y todos los partidos. La naturaleza de esas agrupaciones, su razón de existir, es alcanzar el poder, ser gobierno… la cuestión es que la costumbre nacional es lograrlo a cualquier precio y bajo cualquier circunstancia, con la consecuente degradación de lo que aún llaman democracia y, eso, es lo que se supone llegaron a cambiar…para dejar igual. Así, la presente es sólo una opinión del que escribe, para sentar precedente de las inconformidades y rupturas que vienen. Atentos además en la oposición, están por salir los que serán sus candidatos.
COMENTARIO MORBOSO
Por las reacciones generadas y, a propósito de lo ya abordado, dejo por aquí un comentario que compartí previamente en redes sociales, con algunos ajustes…
Pues no es por defender a Santiago Nieto Castillo, pero al ritmo que va, el presidente se va a quedar más que solo y sin 4T. Ayer jueves, por la mañana y a pregunta expresa, el mandatario nacional arremetió de nuevo contra el ahora ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera del Servicio de Administración Tributaria (UIF), diciendo que todo funcionario público tiene que aprender a vivir en la “honrosa medianía…es Juárez”, dijo el mandatario; haciendo referencia a quien ve como su alter ego, Benito Juárez García.
Irma Eréndira Sandoval, Julio Sherer García; Santiago Nieto… sí, han caído, producto de escándalos… pero ¿y Bartlett? ¿Los nuevos políticos millonarios de la 4T en estados y municipios? ¿Los Beristain allá en Solidaridad? ¿El Chepe Contreras y Alexander Zetina, en Bacalar? ¿Los millonarios políticos locales en Quintana Roo, recién desempacados en la 4T? ¿A poco no tendrán cargos o candidaturas en el 2022? Sea por Morena o sus partidos aliados… ¿el Cártel del Despojo? ¿Gustavito Miranda? ¿Laura Fernández Piña y los negocios con su esposo, con cargo al municipio de Puerto Morelos?
¿A poco la limpia va en serio? Repite el escribiente, se quedaría solo el mandatario federal, si es que él cumple con esa “honrosa medianía”, porque su familia, está visto que no; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
Sé el primer en dejar tu comentario de esta noticia