Julian Santiesteban
La actuación gubernamental tiene, desde la perspectiva ciudadana, dos maneras principales de evaluarse, en dos sentidos opuestos: lo tangible y lo intangible; lo cierto y lo imaginario. A partir de las combinaciones posibles, pueden construirse las visiones más generales sobre los gobiernos; además de la construcción discursiva de estos, que puede –o no- ser compartida por los gobernados.
Puede un gobierno decir que realizó más obra pública que su antecesor, para beneficio de los habitantes de una región, situación que pudiera ser cierta, pero no necesariamente percibida por el público destinatario. Pudiera, en contraparte, un régimen, afirmar que se gobierna “de la mano del pueblo”, que nunca más los “conservadores de siempre” volverán a sus privilegios y, en realidad, nunca haberlos perdido. Pudiera ser falso que el gobierno escuche a sus gobernados, pero estos, pudieran aun así tener la mayor de las aceptaciones sobre ese régimen. ¿Qué hace la diferencia? La comunicación.
Así, cuando la comunicación se toma como “accesoria” y no como fundamental, cuando se asume con desdén la tarea de informar, los resultados tangibles pueden ser ciertos, pero no necesariamente percibidos. Entiéndase, por cierto, que el escribiente se refiere estrictamente a la tarea de comunicar, no necesariamente con medios tradicionales; más aún, no necesariamente a través del periodismo y periodistas (la crítica más sencilla y ligera sería afirmar que el que esto relata, en tanto ejercedor del oficio, pretende magnificar su rol social); las redes sociales y la comunicación directa con los ciudadanos, posibilita un contacto directo y más inmediato con los gobernados, lo importante es construir mecanismos efectivos para ello.
¿Y por qué, entonces, la disertación, aparentemente teórica sobre el ejercicio de gobierno y la difusión de resultados? Porque la circunstancia quintanarroense resulta particularmente enriquecedora para saber lo que se hizo y lo que se puede hacer. Primero, este 09 de septiembre, el gobernador, Carlos Joaquín González, rendirá su sexto y último informe de gobierno, mientras que en el mismo mes, los presidentes y presidentas municipales de los once ayuntamientos ofrecerán el primero. Lo que se hizo en el sexenio y lo que se haga en el primero de los dos años que estarán las administraciones municipales, serán el reflejo de lo que hayan construido, o estén construyendo en términos de imagen, además del respectivo cumplimiento de compromisos.
El periodismo, descrito llanamente a partir de sus funciones, no es un difundidor de la obra gubernamental, o no solamente eso. Es, ante todo, un evaluador del desempeño de la administración pública, visto, principalmente, desde la perspectiva de los ciudadanos a los que, se supone, sirve con su ejercicio.
Es esa la parte que, evidentemente, resulta “incómoda” para los gobiernos, porque el escrutinio público suele repartir juicios personalísimos y no necesariamente fundados en una realidad que no sea enteramente del individuo que la interpreta. Y es justamente aquí en donde se cierra el ciclo que constituye el ejercicio del periodismo y las relaciones con el poder. De la comunicación permanente y de hacer de la comunicación una tarea fundamental. ¿Ya logró explicarse mejor el escribiente? ¿nota ahora el lector que no se trata de dar al periodismo una sobre dimensión, sino un espacio permanente en la deliberación pública y en el ejercicio de gobierno? Cabría entonces ahora lanzar la pregunta ¿y qué están haciendo los gobiernos para comunicar lo que hacen o lo que van a hacer? Más aun, ¿con qué argumentos van a justificar lo que no hicieron?
Por cierto, este 01 de septiembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador, ofrecerá su quinto informe de resultados. Si se revisan las mediciones de aprobación, el mandatario se mantiene en la media que han tenido todos sus antecesores en esa etapa de su gestión. El ejercicio de gobierno desgasta, pero la enorme diferencia es que el movimiento político iniciado por él, la llamada Cuarta Transformación Republicana, ha logrado en siete años, conquistar tres cuartas partes del territorio federal, además de tener amplias posibilidades de retener el gobierno federal en 2024. También en términos llanos, mantener el poder, es la mejor de las evaluaciones y se logra comunicando adecuadamente, para salir adelante; perder elecciones, es signo de lo contrario.
COMENTARIO MORBOSO
Que la deuda contraída en gobiernos anteriores y que tanta complicación ha representado a la administración de Carlos Joaquín González, terminará de pagarse en el año 2044, según declaró el mismo mandatario este lunes.
Las Asociaciones Público Privadas, el adelanto de participaciones, el “aceleramiento” Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de las Entidades Federativas (FAFEF), todos estos mecanismos representan endeudamiento de los gobiernos y de todos se ha echado mano, que no se registren como tal, no implica que no se deban, así que el noveno gobierno estatal de Quintana Roo, que iniciará el próximo 25 de septiembre, por primera vez será encabezado por una mujer, Mara Lezama Espinosa, pero tendrá las mismas estrecheces económicas que se han padecido hasta ahora, y requerirá de la mayor de las capacidades para mantener “a flote” la administración pública.
Podrá haberse reducido la deuda pública, ¿pero será suficiente para darle el suficiente margen de maniobra al gobierno? Esperaremos a conocer la opinión de los que gobernarán, así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
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