El Minotauro
Por Nicolás Durán de la Sierra
La semana que está por acabar, fue sorpresiva para dos exgobernadores del Estado. El uno, virtual, Carlos Joaquín, al que le restan sólo diez días para dejar el cargo y el que pronto será propuesto como embajador de México en Canadá, y el otro, Mario Villanueva, quien ve en riesgo su arresto domiciliario por inopinada decisión de una Juez federal de la Ciudad de México.
Desde luego que el extraño fallo de la juez será apelado por el exmandatario, quien a sus 74 años tiene el derecho por ley a la prisión domiciliaria, pero pese a ello la amenaza está latente y pone de nuevo en la mesa la promesa del presidente López Obrador de otorgarle el indulto. Sobra decir que el exgobernador entre 1993 y 1999 enfrenta una muy orquestada persecución.
Como vergonzosa efeméride, una columna local destacó que el mismo día en que se diera el fallo de la juez, se le concedió la prisión domiciliaria a Miguel Ángel Félix Gallardo, conocido como “El jefe de jefes” en el ámbito criminal, por haber cumplido 76 años y estar enfermo. Situación similar, trato desigual. El mensaje es claro, no es asunto judicial, sino político y ello salta a la vista.
Por lo que respecta a Carlos Joaquín -dando por hecho que él también lo ignoraba- su designación en puerta como embajador -pues falta el camino protocolar, tomó por sorpresa a todos, pues se le ubicaba como parte del gabinete federal, aunque su próxima investidura no sea, ni de lejos, un encargo menor, pues nos representará ante el segundo socio comercial del país.
Dos personajes en el escaparate la misma semana y un compás de espera para ambos, aunque de suerte harto distinta; sería deseable que la nueva legislatura, como lo hicieran las anteriores, se pronunciara también por el indulto a Mario Villanueva. Carlos Joaquín, a su vez, tras giro político inesperado, va al cuerpo diplomático. Uno estuvo cerca del poder presidencial… el otro, no.
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