El Minotauro /
Por Nicolás Durán de la Sierra /
Dentro del esfuerzo renovador del gobierno federal, con aciertos y pifias, pareciera que el Poder Judicial había quedado al margen de tal afán, pese a denuncias contra varios de sus miembros, desde togados de la talla de Eduardo Medina Mora, el del escándalo de la francesa Florence Cassez, hasta casos como el de los jueces de Michoacán a los que ligaron con el narcotráfico.
Sin embargo, si bien con menos boato noticioso que el que se ha dado y se da a las purgas y las reformas de los poderes ejecutivo y legislativo, en el Poder Judicial del país soplan nuevos vientos. No podría ser diferente pues la inercia de estos impacta al otro. La venalidad o los intereses políticos de algunos jueces pusieron bajo la lupa a un aparato que se llegó a creer intocable.
Estos vientos, lo sabe Antonio León Ruiz, el presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, también soplan en Quintana Roo. De ello habla tanto el cese del actuario de un juzgado por incitar en las redes sociales a la violencia contra la mujer, como por el inédito caso del juez Shelling Kierkegard Novelo Yeh, acusado hasta ahora de enriquecimiento ilícito.
No se trata de un asunto menor pues es la primera vez que, de manera pública, el Consejo de la Judicatura suspende a un juez por presumible actos de corrupción en atención a una denuncia de la Fiscalía General del Estado. De hecho, el cese sería la primera sanción de un caso que podría llevar al juzgador tras las rejas. No se trata, como se dijo, un asunto menor.
Si bien hasta ahora no se han turnado incitativas para reformar al Poder Judicial, es posible que pronto se anuncien y vayan por el estímulo al mérito en la carrera judicial, esto es que los peldaños del aparato de justicia se suban por esfuerzo y no por decisión política, lo que daría una mayor libertad del propio poder. Si fuera por méritos, Medina Mora no vestiría toga de magistrado.
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