A Tiro de Piedra/
Sí, la noticia fue difundida de manera profusa por el despropósito que representa: el ex gobernador de Quintana Roo, recluido en el Estado de Morelos, Roberto Borge Angulo, se dijo preso político; víctima de la administración de Enrique Peña Nieto, cuando este, apenas siendo candidato a la presidencia de la República, lo alabó tanto, que fue considerado uno de los “Golden boys” de la política nacional.
Es un despropósito, pero no significa que el intento no sea inteligente, la cuarta transformación republicana ha dado muestra de perdonar todo, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, desde su toma de protesta y ante las exigencias de enjuiciar a todos los señalados por hacer de los dineros públicos fortunas privadas, se calificó como “partidario del perdón y la indulgencia”, recalcando que no habría simulaciones ni persecuciones políticas.
No hay que olvidar además que, para el caso de Quintana Roo, hay otro ex gobernador que espera salir libre, se trata de Mario Villanueva Madrid, preso aun por delitos que –a este sí- no se le pudieron comprobar, con testigos que han cambiado sus declaraciones y con supuestos cómplices que han alcanzado, todos, su libertad. Esa es la enorme diferencia entre Borge Angulo y Villanueva Madrid; el primero fue considerado siempre de los “cachorros” consentidos de Peña Nieto, a quien ahora traiciona, mientras que el segundo fue siempre presionado desde el centro de la República por Ernesto Zedillo Ponce de León, para aceptar imposiciones políticas que por ser rechazadas, le costaron a la postre el encarcelamiento que se ha postergado ya por casi 18 años.
Otra enorme diferencia entre ambos es que Villanueva Madrid no busca la indulgencia ni la amnistía de López Obrador, sino el reconocimiento a su inocencia, por eso es que el presidente de la República aseguró a sus familiares que habrá justicia, y la “jugada” de Borge Angulo, aunque inteligente, resultará seguramente fallida, pero además pudiera significar en el gobierno de la República un acotamiento al discurso que todo lo perdona; para centrarse en que, los ya recluidos, seguirán sus procesos por los desfalcos cometidos, aunque los políticos del pasado, así en general, caminen tranquilamente y sin la angustia de ser detenidos.
Así, el intento de Borge Angulo por victimizarse, además de fallido, terminará únicamente por dibujarlo como traidor de quien siempre lo ayudó; lo muestra de “cabo a rabo” como el personaje que, en aras de salirse con la suya, es capaz de olvidar el valor máximo que, se supone, existe en política: la lealtad. Y en esta lógica, los que fueran colaboradores del “gobernador más joven de México” –según lo promovía su vocero, Rangel Rosado Ruiz- deberán cuidar la espalda no del actual gobierno de la República o de Quintana Roo, sino del que fuera su jefe, pues por alcanzar su libertad los “venderá por treinta monedas.” Vaya Judas Iscariote.
Luego entonces, a todos queda claro que Borge Angulo no es preso político, como evidente es que el gobierno de la Cuarta Transformación deberá acotar los alcances del perdón y la indulgencia, sobre todo porque aún hay políticos con procesos abiertos. Si se perdona a ese ex gobernador quintanarroense, ¿cuál sería el argumento para negárselos a los demás?
COMENTARIO MORBOSO
Con el proceso electoral local en marcha, hay regresos políticos interesantes, los cuales dan muestra de querer regresar al rumbo original que debió seguir –en términos estrictamente políticos- la actual administración, uno de ellos es el posible nombramiento en cuestión de semanas de Filiberto Martínez Méndez, como coordinador general de las campañas de los que serán los candidatos a diputados a diputados de la coalición Orden y Desarrollo por Quintana Roo, integrada por el Partido Acción Nacional (PAN) y el de la Revolución Democrática (PRD).
Martínez Méndez fue uno de los principales operadores políticos del “joaquinismo” hasta antes de la elección de 2016, obligado a renunciar por Roberto Borge Angulo, según rumores nunca aclarados, con amenazas de fincarle responsabilidades diversas por su interinato al frente del Municipio de Solidaridad, por ello es que hasta ahora que el rumor indica su posible nombramiento, no se supo si el alejamiento con el gobernador Carlos Joaquín González fue real u obligado por las circunstancias.
Cabe decir que, el triunfo o derrota de los candidatos no dependerá del desempeño de Martínez Méndez, pues la “ola morenista” parece aún alcanzará para obtener el Congreso quintanarroense, pero sin duda habrá mucho mayor orden y política de altura, de lo cual se careció en el proceso 2018, cuando se renovaron las alcaldías locales y en el que la coordinación estuvo a cargo del diputado Juan Carlos Pereyra Escudero, quien por cierto, sueña aun con repetir en el cargo; ¿las razone$$$$? Son evidentes.
Si en la segunda mitad de Joaquín González regresan operadores como el señalado, se cumplirá una de las consignas que ha hecho otro de los aliados del joaquinismo, Julian Ricalde Magaña: “que haya más política y menos administración”, así comenzaría a subsanarse esa carencia, así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
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