A Tiro de Piedra /
Por Julian Santiesteban /
El último tercio de la administración de Carlos Joaquín González ha iniciado, al cierre del cuarto año se reportan tiempos difíciles y no precisamente los resultados esperados. La pandemia complicó todo, sin duda, aunque ya había pendientes por concluir en diversos rubros de la administración pública estatal. Ante ello, en el momento en que el mandatario ha sustituido a su vocera, cabe esperar una variación también en la estrategia de comunicación, pero además es pertinente cuestionar si será una modificación aislada a su gabinete, o lo acompañarán más sustituciones, con miras a reforzar las tareas, limpiar la casa y dejar el legado que mejor pueda concretarse.
Apenas a finales de enero del presente año, el mandatario reconoció que haría ajustes entre sus colaboradores, anuncio por cierto que repitió durante los últimos dos años sin que ello ocurriera, pero ahora que Haideé Serrano Soto ha abandonado la Coordinación General de Comunicación, más que centrarse en los yerros, el escribiente sugiere focalizar en los retos por venir; porque si algo urge, tanto para efectos del final de la gestión, como en el contexto de los dos grandes procesos electorales que se acercan –en 2021, concurrente con el federal, se renovarán las once alcaldías locales y diputaciones federales. Y en el 2022, se elegirán diputados locales y gobernador-, es mejorar la imagen del mandatario, que ha encontrado en la pandemia de Covid-19 una posibilidad de que ello ocurra, manteniendo mayor interacción con medios locales y con comunicación directa a la ciudadanía.
Sin “candidatear a nadie”, justamente desde principios del presente año, el escribiente lanzó algunos cuestionamientos que pudieran ayudar a entender el contexto de los cambios, considerando que le quedan dos años al gobierno actual y los pendientes “pre pandémicos”: “¿Qué avances pueden esgrimirse en desarrollo agropecuario? ¿En desarrollo social? ¿En desarrollo económico? ¿En los proyectos emblemáticos del sur y norte, parques industriales, centros arqueológicos, turísticos? ¿Acaso se ha logrado transmitir a la ciudadanía un verdadero cambio en las compras gubernamentales? ¿En los contratos de obra? En transparencia, se supone hay mejoría y reconocimientos nacionales, ¿pero ha incidido esa mejora de indicadores de proceso, en los indicadores de resultados?¿Y en seguridad pública? Esos datos los tiene sólo el mandatario y con base en los mismos podrá, si así lo decide, ajustar el equipo de colaboradores…”
Ahora bien, la única opinión que se atreverá a expresar el escribiente es que, considerando el complicado panorama económico y la no menos convulsa situación política, no son tiempos de afectos, sino de eficiencias probadas. A quienes “agradeció” por ayudarle a llegar al cargo, seguramente obtuvieron la retribución respectiva; el último tercio es el más complicado no sólo porque es hora de mostrar lo logrado, porque los señalamientos al pasado ya no surten efecto alguno, porque se tiene que defender lo alcanzado y asumir lo que no se cumplió, en la víspera e entregar el poder a quien gobernará en el futuro.
¿Cuál será la orientación que tendrá la administración?¿cuál será el legado?¿cuáles los objetivos que se intentará lograr, considerando los que ya no fructificaron? Y en ese tenor ¿quiénes seguirán acompañándolo hasta el final? Lo sabremos en las siguientes horas. Y si sólo fue cambio de vocero, pues entonces el gobernador está conforme con el resto de sus colaboradores.
COMENTARIO MORBOSO
A propósito de cambios, en la política nacional, la oposición reaccionó a los señalamientos presidenciales y ha iniciado de manera formal el escarceo político con rumbo a la renovación, en 2021, de 15 gubernaturas, 30 Congresos locales y más de mil 900 alcaldías. También se renovarán las 500 diputaciones federales, pero primero” asegurar la casa.” En ese escenario y con los opositores coaligados formalmente, las primeras mediciones indican que Morena pudiera perder, por lo menos, la mitad de las gubernaturas y la mayoría legislativa federal, además de una enorme cantidad de alcaldías –como las quintanarroenses- mal gobernadas por los “morenos”; luego entonces, el cambio en el poder presidencial ocurrirá como siempre, de la periferia al centro, sólo que, para mala fortuna de la Cuarta Transformación Republicana, demasiado pronto.
Quintana Roo es relativamente afortunado, porque renovará su gubernatura hasta el 2022, cuando el experimento de la mega coalición ya habrá sido probado en las urnas y, si así fuera, el presidente requerirá de aliados para mantener la gobernabilidad, sin que la atadura partidista impere; la oposición habrá encontrado una vía para derrotar al “monstruo imbatible” y, en todo caso, Morena deberá escoger mejor a su candidato, porque el “dedito” presidencial será el que defina, pero no necesariamente por estima u ocurrencia. Luego entonces, aquello de “relativamente afortunado” es porque los factores que definan los candidatos debieran estar más relacionados con las capacidades electorales y de gobierno, que con las “caritas bonitas” que suelen imponerse cuando no hay contrapesos.
¿Tendrá el gobernador Carlos Joaquín tiempo y fortaleza para incidir en la formación de un sucesor suyo? ¿salido de los partidos que lo llevaron al poder, o de una mega coalición? ¿esa mega coalición pudiera abanderar a un candidato que salga de Morena, como tradicionalmente ocurrió con el PRI, que entregaba a la oposición de antaño a sus abanderados? Y esa circunstancia, ¿afecta o beneficia a alguno de los aspirantes? El proceso electoral más grande en la historia mexicana está por comenzar, la lucha por el poder, esa hace mucho comenzó; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
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