Por Néstor Eduardo /
¿Es válido el derecho a disentir y dejar de usar un cubrebocas si se sabe que en realidad afecta a nuestra salud?
El uso forzado del cubrebocas no sólo es un atropello a las garantías individuales que sí o sí, se deben respetar en todo Estado de Derecho. Sino también es una muestra de censura simbólica a los miles (o quizás millones) de personas que no creemos que esta acción sea una medida sanitaria efectiva. Y la pregunta que nos surge; ¿es posible que con una barrera tan porosa como la de un cubrebocas se pueda limitar el acceso de los virus al organismo humano?
Lo real es que un virus tiene un tamaño de entre 300 y 20 nanómetros, un nanómetro es la mil millonésima parte de un metro, o si se quiere, la millonésima parte de un milímetro. Por lo tanto, se puede concluir con validez, que no existe cubrebocas o mascarilla que sea una barrera eficaz ante el ingreso de un virus al organismo. Ahora bien, cabe revelarle a la gente, que los más recientes y serios estudios sobre la microbiología humana* demuestran que los seres humanos tenemos en promedio, entre 30 y 40 billones de células. Y, que el número de bacterias es 10 veces mayor al de las células en nuestro cuerpo, y que el número de virus que los seres humanos tenemos, es 25 veces más al de las bacterias.
Por lo tanto, no es necesario protegerse de los virus y bacterias externos, porque ya los tenemos dentro de nuestro cuerpo, es una realidad insoslayable que la biología y la medicina pronto deberán replantear sus paradigmas. Así lo demostró hace varios años el Dr. Geerd Hamer con sus 5 leyes biológicas de la Nueva Medicina Germánica, o como lo han demostrado muchos otros médicos y científicos principalmente de medicinas alternativas: que lo importante no es el factor externo, lo importante es el terreno interno, es decir, en cuestión de salud, lo verdaderamente importante es generar las condiciones endógenas para que dichos virus, bacterias y células, entre millones de microorganismos, puedan vivir en equilibro y simbiosis, esto es, darle al organismo los nutrientes, minerales y oligoelementos en cantidad y calidad suficientes para el fortalecimiento y adecuado funcionamiento de nuestro sistemas. El tratar de impedir que un virus entre al cuerpo se puede comparar como si quisiéramos contener con una raquera de tenis a pequeños granos de arena muy fina.
Ya son miles los médicos de diversos países que afirman que el uso prolongado del cubrebocas causa mareos, dolor de cabeza, embotamiento, insomnio y deficiencias de oxigenación en la sangre. Además del abuso de autoridad que dicha prohibición les da a los policías en México para torturar o extorsionar a la población, como ocurre en varios estados de la República Mexicana: Estado de México, Yucatán, Querétaro, Tamaulipas, Michoacán, y particularmente en Jalisco, dónde la población ha sido incluso detenida por no usar la citada mascarilla, el exceso del autoritarismo le ocurrió a Giovanni López en Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco, donde Giovanni hace poco más de un mes, fue brutalmente golpeado hasta la muerte por la policía por no usar cubrebocas, el crimen se ocultó durante un mes para tratar de comprar el silencio de sus familiares. Aunque esta brutalidad nos indigna ahora, desafortunadamente mañana será eclipsada por otro episodio similar o peor, porque las condiciones están dadas para que esto, y otras cosas parecidas ocurran. Y la pandemia lo ha sacado a la luz, la población se entrega como en manada a designios tan irracionales y contrarios a sí misma, que es obvio que cosas así seguirán pasando.
Que el gobierno decida qué es lo mejor para mi salud, es la peor muestra de fascismo y sumisión de la sociedad civil, y deja un negro precedente y una relación de poder (subdito-gobernante). Ante el abuso de poder, el presidente municipal de Ixtlahuacán de los Membrillos Eduardo Cervantes, El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, y el Fiscal del Estado Gerardo Octavio, tendrían que ser sujetos a proceso, pero no sé porque creo que esto no ocurrirá. Lo que sí o sí debemos de DENUNCIAR, es que hay ámbitos del ciudadano, que sólo le corresponden al ciudadano. Y uno de ellos es el cuidado de uno mismo, el Estado no tiene ninguna injerencia en los asuntos particulares de la salud de los individuos, el Estado no debe obligar a nadie para ponerle ninguna vacuna en contra de su voluntad, no tiene ni bebe tener el poder de “obligar a nadie a ser sano” desde su óptica monolítica de lo que es la salud. Solo en los gobiernos dictatoriales el Estado adquiere tales potestades, no porque esté en lo correcto, sino porque está en su naturaleza de interventor en los asuntos íntimos de las personas, como son los cuidados personales, la higiene y los cuidados de la salud. A ver, por qué ahora que están tan preocupado por la salud global de la población, ¿por qué no prohibir de paso el alcohol?, que tantos trastornos provoca en las personas y en sus familias, ¿por qué no prohibir el cigarro, los dulces, la comida chatarra, los transgénicos, los aceites nitrogenados, el azúcar y harinas refinadas, el agua fluorada?, etc. etc. etc. dichos productos, cualquiera de ellos, causan más muertes por enfermedades crónico-degenerativas en México y en cualquier parte del mundo que el (2% + -) del Covid 19. No hay razones para imponerle a la gente la utilización de un cubrebocas, de una vacunación forzada.
Un cubrebocas, es la cosa más irracional que se puede utilizar para evitar el contagio del coronavirus. De hecho, es sabido que murieron 2 niños de 14 años en China a principios de mayo en una clase de gimnasia, los cuales usaban cubrebocas. ¿Será que pudo matarlos ese veneno llamado anhídrido carbónico que exhalamos de nuestro cuerpo por las vías respiratorias?
Si el uso del cubrebocas no ayuda a la salud, sino, por el contrario, afecta por respirar nuestros propios gases de desecho, entonces ¿es válido pensar que todo esto del cubrebocas y las vacunas no son más que burdos negocios apoyados en el terror “sanitario”? ¿y qué los gobiernos del mundo son cómplices de este infame negocio de la muerte y del control social? ¿podemos creer que hay poderes o seres en éste mundo que hacen negocio con la tragedia y el sufrimiento humano? Si muchos respondieses que no, que la humanidad no esta tan dañada como para escalar a esos niveles, aquí hago otra reflexión osada: ¿qué función cumple una guerra? ¿Para qué se hacen las guerras? ¿Para liberar a un pueblo de gobernantes tiranos e instaurar una democracia? ó para garantizar una ganancia económica y política en dicho país “liberado” en beneficio de su “libertador”. Todos los países que han sido colonias, sabemos en carne propia que la razón es ésta última, los “libertadores” obtienen monumentales ganancias económica por la explotación de las riquezas naturales, y beneficios políticos al utilizar a esos países como mercados (colonialismo) o cómo aliados (OTAN).
No hay que buscar demasiado en la historia para darnos cuenta de lo que es real, y no del discurso para la justificación de la violencia. Las guerras han cumplido una doble finalidad económica y política, y de hecho, es una contradicción aberrante el creer o afirmar que las guerras se hacen para beneficio de un pueblo que ha sido destruido por la guerra. Yo nunca creeré en la muerte como método de humanización colectiva o como proceso civilizatorio.
En suma, es muy importante que el cubrebocas no se convierta en tu bozal, es vital quitarse tanto la mascarilla física, como la mordaza simbólica. Los enemigos de la raza humana buscan lucrar con el dolor y el sufrimiento humano, y a ese negocio de la muerte le llaman ahora política de salud pública. Y digo todo esto, -emulando a un gran luchador social- porque mi pecho, no es bodega.
*Ron Milo, profesor asociado del Instituto de Ciencias Weizman de Israel.
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