El Minotauro
Por Nicolás Durán de la Sierra
Las jornadas feministas del pasado 8 de marzo fueron, sin duda, exitosas en el Estado y en el resto del país, salvo por el caso de violencia ocurrido en Nuevo León, aunque fue aislado y no produjo víctimas. Las nutridas marchas, sobre todo la de Cancún, fueron un ejemplo de civilidad que generó simpatía en una comunidad que esperaba daños similares a los de la marcha anterior.
Por fortuna no fue así, sea porque el gobierno evitó la infiltración de grupos violentos, o porque las propios grupos femeninos velaron por la integridad de sus contingentes, que el feminismo tiene diversas vertientes; lograron que sus mensajes fueran escuchados sin la distracción de las sirenas policiales, cuyos ecos son más noticiosos, aún para las redes, que sus demandas.
La exigencia toral fue que se acabe la violencia hacia la mujer, reclamo justo y urgente, aunque el alto a la violencia debiera incluir a todos, que esa Hidra de cien cabezas no distingue género. Si bien las cifras de ellas y las oficiales difieren, ambos conteos coinciden en que el feminicidio va a la alza en el Estado y que este crimen debe ser atendido con mayor eficacia por el gobierno.
En Chetumal, la capital del Estado, en las paredes del congreso, un numeroso grupo de feministas pintó su demanda de que el aborto se despenalice en Quintana Roo, como lo ordenara la Suprema Corte de Justicia, orden que con dolo ha sido postergada por la legislatura actual, aún en manos del clerical Eduardo Martínez Arcila, casi sempiterno diputado panista.
Cabe citar que –vaya la irónica coincidencia- uno de los mítines feministas ocurridos, fue encabezado por Laura Fernández, la candidata del PAN-PRD al gobierno estatal, quien en 2009, como diputada, presentara la iniciativa para criminalizar a las mujeres que decidieran abortar, ley que aún está vigente por el desacato legislativo a lo dispuesto por el máximo tribunal.
Mucho es lo que se ha avanzado en el Estado en lo que toca a derechos femeninos: Quintana Roo está entre los cinco estados del país con mayor paridad de género y la gubernatura por venir la ocupará una mujer, pero con todo y ello aún hay largo camino por recorrer en cuanto a la equidad, sobre todo en las áreas rurales donde los avances son menores.
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