El Minotauro
Nicolás Durán de la Sierra
En los últimos días, dos grandes periódicos capitalinos dedicaron espacio en sus primeras planas a destacar la diferencia existente entre las cifras informadas por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, y las de la Secretaría de Salud respecto del volumen de muertos en México por el Covid 19. El Inegi contabiliza cerca de 44 mil óbitos más que la otra instancia.
En ambos diarios y en los portales electrónicos afines se acusa a Hugo López-Gatell, el funcionario encargado de lidiar con la epidemia, nada menos que de “mentirle a la Nación” al dar informes falsos. Claro está, tal afirmación resuma dolo, mala leche. Los datos manejados por éste provienen de la información que día a día le remiten los gobiernos estatales; él sólo la concentra.
Los gobernadores, garantes de la salud en sus propias entidades, por medio de sus secretarías del ramo, son los que dicen de los óbitos y fijan el color de semáforo que se aplica en sus estados. Por tanto, si falsean sus informes ya sea por dolo -acaso para justificar el tono del semáforo sanitario- o quizá por humano error, son los responsables indirectos de la diferencia de cifras.
Por otra parte, se sabe que hay un gran subregistro de casos de Covid y de muertes por esta causa, y que ello es debido a que muchos enfermos no son atendidos en por la salud pública, sino por médicos particulares que no necesariamente notifican de los fallecimientos con la rapidez esperada. No sobra decir que ello no sólo ocurre en nuestro país, sino en el mundo entero.
Ya en este tema, para tener una idea más precisa de la situación de nuestro país en el mundo, baste decir que en las gráficas de la Organización Mundial de la Salud, México se ubica en el décimo cuarto sitio en lo que toca a letalidad por cada cien mil habitantes, muy por debajo de Estados Unidos y de gran parte de las naciones de Europa como Bélgica, Italia o el Reino Unido.
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