Nicolás Durán de la Sierra
La reciente reunión en Chetumal de la gobernadora con las nuevas autoridades municipales, las que entrarán en funciones dentro de poco, tiene gran relevancia para el gobierno de Mara Lezama, que casi alcanza su cenit y se prepara para el cambio de poderes del 2027 y lo que ella menos quiere es turbulencia es los ayuntamientos, sobre todo de orden financiero.
No es que se desconfíe de la rectitud de los nuevos o los relectos alcaldes y sus cabildos, pues a fin de cuentas llegaron a tal estadio por la operación política estatal del pasado junio, pero no es gratuito que el curso inductivo para los ediles, marco del discurso de la gobernadora, fuera organizado por la secretaria de Finanzas y no, por ejemplo, por la de Gobierno o la de Planeación.
Desde luego, sabedora del oficio, reiteró el respeto de su gobierno por la autonomía municipal -el traído y llevado Artículo 115 Constitucional-, pero recalcó que el dinero público no es de los ayuntamientos ni del gobierno del Estado, sino del pueblo y que los alcaldes deben cuidar que los recursos lleguen a donde deben llegar, es decir al propio pueblo. Al buen entendedor, pocas palabras.
En las últimas semanas ha estado abultada la agenda de la mandataria, que va de asistir a las “mañaneras” en el Palacio Nacional, a la firma de apoyo al ofendido gobernador de Sinaloa – pleno del “segundo piso” de la 4T- y a reuniones de planeación con la presidente electa Claudia Sheinbaum, cruciales para el desarrollo estatal. Sin duda, tiene un gran oficio político.
En otro asunto y vaya el párrafo como colofón, excelente iniciativa ciudadana a la comuna de Cancún para poner a una avenida el nombre de Antonio Meckler Aguilera, quien además de destacado funcionario, fue uno de los primeros diputados de izquierda en el Estado, aquellos soñadores que, desde la oposición al PRI, le abrieron el camino a la Cuarta Transformación. Enhorabuena.
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