A Tiro de Piedra /
Por Julian Santiesteban /
El tercer informe de gobierno de Carlos Joaquín González en Quintana Roo el 2019 tuvo un costo anunciado de 9 millones de pesos, aunque hay quien asegura fueron más de 30 los erogados para el evento, pero además la estrenada alternancia política en el Congreso local impidió que el gobernador acudiera personalmente a entregar el documento. El tema es interesante porque, en la pandemia de Covid-19, todo indica que para este 2020, el cuarto informe será exactamente al revés: sin actos multitudinarios y tan sólo con el cumplimiento constitucional de entregarlo al Legislativo y rendir desde ahí un mensaje. Por primera vez el ahorro será real.
Afortunadamente, la desaparición de la Oficialía Mayor del gobierno no tendrá mayor repercusión, pues era la instancia encargada del evento; pero de acuerdo a fuentes gubernamentales, ahora se prepara sólo un mensaje a través de medios de comunicación locales, en concordancia con lo que se ha anunciado a nivel federal que será el segundo informe del presidente Andrés Manuel López Obrador. Si así fuere, de entrada, los millones ahorrados serán significativos, en un entorno en el que los gobiernos estatales han aseverado que no cuentan con recursos suficientes para atender la pandemia. Será una verdadera prueba de efectividad para el nuevo vocero del gobierno estatal, Eduardo Orvañanos Rea, hacer de los instrumentos de comunicación una vía eficiente para difundir lo alcanzado en los últimos cuatro años.
Justo en ese tenor surge el otro tema importante, el de los resultados; porque los tiempos que se viven, sí, son, efectivamente, diferentes a las dos últimas administraciones, caracterizadas por la rapiña y la desaparición de los recursos públicos –temas, por cierto, aún pendientes de ajuste de cuentas-, las finanzas, aunque pobres, parecen estabilizadas y la interacción gobierno-ciudadanía, aunque poca, parece más de concordia que de sometimiento; pero definitivamente falta lo fundamental, la transformación de fondo en los niveles de vida, el equilibrio prometido en el desarrollo de las regiones del estado, el apoyo que verdaderamente haga crecer las actividades diferentes al turismo; todos estos objetivos planteados en el Plan Estatal de Desarrollo 2016-2022.
Y por eso también la búsqueda de sentido en los cambios en el gabinete, en la estrategia de comunicación –en esto ojalá haya cambio-; porque, en el balance necesario, hay que distinguir el estigma por inacción o corrupción que se llevarán algunos, y los derivados de una mala comunicación; por ejemplo, entre los funcionarios que realizan obra pública, hay quienes han sido señalados por “mantener las calles rotas”, sin distinguir que ello ha posibilitado la introducción de tuberías de agua potable y drenaje como nunca en la historia del sur quintanarroense –ahí una mala estrategia de comunicación-; y otros que sólo son señalados por licitaciones a modo en infraestructura de salud o educativa, ¿nota el lector la enorme diferencia?
En colaboraciones subsecuentes, se contrastará el estado actual, a la luz de los cinco ejes planteados en el Plan Estatal de Desarrollo, pero baste decir que, más allá de obras tangibles y aun cuando la pandemia del Covid-19 impactó sin duda en el freno a los avances, muchos pendientes ya había antes de la contingencia, porque ya se había alcanzado la primera mitad del sexenio y, ahora, se está ya transitando hacia el final de la administración y, por eso, justamente vale la pena el balance, por el poco tiempo que queda ya para concretar algo de lo prometido. Proyectos emblemáticos del sur, recuperación de playas, puentes sobre la Laguna Nichupté, poco que decir. 12 millones costó el primer informe y, los dos subsecuentes, nueve cada uno. El cuarto, parece, no tendrá costo alguno.
Baste por último decir que, ciertamente, Quintana Roo avanzó enormemente en la profesionalización de sus procesos administrativos, en la mejora de sus indicadores de procesos, pero los resultados; sin embargo, no permiten hasta ahora aseverar que hubo el cambio prometido; cuando mucho, con base en lo que hasta ahora hay, podrá aseverarse que fue un gobierno de transición; aunque las cifras concretas las escucharemos seguramente los primeros días de septiembre, ya sea desde el Congreso o desde el mensaje de medios que se diseñe, y ya las estaremos también analizando.
COMENTARIO MORBOSO
Y en lo político, que poco a poco se apodera de la agenda pública nacional y local, cabe decir que, quien de manera sigilosa, pero cada vez más frecuente, aparece en la vida política de la entidad, con miras al proceso electoral 2022 es el ex gobernador quintanarroense –y azote de las arcas públicas-, Félix González Canto, quien llevando de la mano a la dirigencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI), pretende ser el negociador en la constitución de una mega alianza que enfrente a Morena.
Actores políticos de primer nivel han confirmado al escribiente que González Canto anda bastante activo, buscando el aval incluso del actual mandatario estatal, para incidir en la construcción formal de la oposición que intentará impedir que Morena gane la próxima gubernatura, o por lo menos que sus opositores se hagan de los gobiernos municipales en 2021, como factor de contrapeso y negociación para los partidos actualmente en el gobierno, por aquello de la revisión a las cuentas públicas, después de dejar el poder. Aunque hay buena relación con Morena, dicen, tampoco es para confiarse. En ese tenor es que, de manera muy conveniente, el mentor de Roberto Borge pretende sumar fuerzas con el régimen y aprovechar para regresar a la vida pública.
Lo cierto es que González Canto no es necesario como actor o factor de negociación, si se les “cuela” será porque le abrieron deliberadamente la puerta. Lo que sí es necesario, si posibilidades quieren de obtener cargos alternos como diputaciones locales en el 2022, será constituir una coalición amplia, cuyo ensayo inicial puede ser la elección de 2021; pero ojalá que no se confirme el pertinaz rumor que señala que Félix González Canto y su grupo político no regresan, sino que en realidad nunca se fueron; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
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