Por Raúl Caraveo @raulcaraveo
Éste miércoles 13 de noviembre es el cumpleaños número 71 de Andrés Manuel López Obrador, el expresidente estará en su finca de Palenque, Chiapas donde prometió pasar su retiro escribiendo y sin participar en política, promesa que parece estar cumpliendo pues no se ha sabido de alguna imagen, recorrido o declaración; no sé si permanezca algún reportero atento a las entradas de personajes que puedan visitarlo en su finca, al menos no ha trascendido si eso ha ocurrido.
Parece estar cumpliendo cabalmente su promesa de no participar en política.
Ahora falta que los ciudadanos, los políticos, amigos de AMLO cumplan el reiterativo llamado a “no molestar” y si hay o no celebración; si ésta es muy discreta o no (depende de los observadores) quizá lo sepamos. Lo que si podemos constatar es que la personalidad de Obrador sigue permeando la conversación incluso con su ausencia.
Sin embargo algunos comentaristas de derecha hace intentos por vincularlo con eventos de los últimos 43 días, tejen escenarios en los que por medio de llamadas telefónicas o mensajes de whastapp AMLO interviene con alguno de sus cercanos colaboradores. Esa estrategia seguirá por mucho tiempo, revivir el famoso teléfono rojo o personeros, es natural esta reacción si partimos que gran número de funcionarios solo cambiaron de cartera, secretaría o dirección, permanecen en puestos claves y desde ahí se desarrolla la estrategia del nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum. Mucho tiempo atrás no se había dado una transición de este tipo.
Los cambios han sido lentos pero –en cierta medida- profundos y van cimentando el estilo personal de Sheinbaum. Uno, importante es la proyección de un súper-secretario , mientras que López Obrador acaparaba absolutamente todos los reflectores en todos los temas, todos los días, Claudia comienza a delegar funciones y dar libertad de acción, autonomía en decisiones a sus secretarios, el primer caso de éste tema es el de seguridad donde Omar García Harfuch se está convirtiendo en un súper secretario.
Si bien la función de gobierno es compleja y requiere de trabajo en equipo, y el ejercicio de delegar funciones es esencial para llegar a resultados. Todos los mexicanos y mexicanas queremos que los índices de inseguridad bajen en lo absoluto y vivir en paz, solo una muy pequeña minoría de la oposición beligerante apuesta al mayor deterioro de la seguridad porque creen que así y solo así podrían tener más posibilidades de acceso al poder político que cada vez se aleja más de sus partidos.
Solo éste fin de semana el cambio de dirigencia del PAN demostró lo deteriorado del partido, Jorge Romero Herrera (del Cártel Inmobiliario) triunfó como presidente electo del PAN con menos del 45% del disminuido padrón de militantes y con una división interna que lleva a la pérdida de más militantes cada día. Romero Herrera representa lo más corrupto del PAN lo que llevará más rápido a su extinción.
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