DIANA ALVARADO 25 ABRIL 2024.- En el marco de los 54 años de Cancún, ya es posible cotejar un antes y un después en la tenencia de la tierra de una de las zonas de mayor plusvalía de México, como es la joya de la corona del Caribe Mexicano: Cancún.
Y es que esta ciudad durante casi 50 años fue administrada por gobiernos que lejos de pugnar por una adecuada urbanización y una legal tenencia de la tierra, se convirtieron en meros beneficiarios de la gestoría ilegal de terrenos ejidales con el otorgamiento de autorizaciones y permisos, o bien de la inaplicación de la Ley, en tratándose de la construcción de obras o apertura de todo tipo de negocios e incluso de fraccionamientos sin permiso alguno dentro del ámbito de protección del Plan de Desarrollo Urbano del municipio.
En este orden de ideas, de acuerdo con el plan maestro de 1982, citado por la maestra Christine McCoy en la obra “Quien responde por los invisibles en una ciudad?” editada por la Universidad del Caribe, hoy el desarrollo urbano y turístico de Cancún en un crecimiento ordenado y planeado, debería de contar con 305,894 habitantes. Sin embargo, de acuerdo con las cifras del INEGI 2020, esta ciudad cuenta con cerca de un millón de habitantes, lo que nos deja claro que las administraciones de Benito Juárez fueron incapaces de sostener un crecimiento urbano ordenado y dentro del marco de la legalidad.
Sin embargo, desde el inicio de la administración 2018-2021 y la subsecuente en Benito Juárez, se comenzó con un intenso trabajo documental de zonas irregulares en los distintos ejidos que rodean a la ciudad turística más impórtate de México. Y es que hoy, tan solo en Benito Juárez, existen 60,000 familias en la irregularidad, que representa a unas 240,000 personas, es decir cerca del 30% de la población de Cancún se encuentra viviendo en zonas no regularizadas. Es decir que 3 de cada 10 personas en el municipio turístico más importante de México y de los más importantes del mundo, viven en un asentamiento irregular de acuerdo con los datos que la Secretaría Técnica del Ayuntamiento de Benito Juárez aportó a la Sedetus entre 2019 y 2020.
Con dicha información, se comenzaron a realizar diversas acciones coordinadas en dos vertientes, por un lado el combatir la proliferación de “Desarrollos Irregulares” definidos en la obra antes mencionada como aquellos que tienen la particularidad que se encuentran en zonas determinadas como reservas de crecimiento o conservación ambiental, y su común denominador es la falta de servicios y la entrega de vialidades, áreas de donación o equipamiento al municipio, pero en dichos desarrollos es la especulación del suelo lo impulsa. Es decir, son meros activos de especulación comercial que dañan el medio ambiente y que genera un esquema de fraude o de delitos en contra del desarrollo urbano.
Siguiendo con la autora, los “Asentamientos Irregulares” son núcleos de población ubicados en áreas o predios ocupados, fraccionados, lotificados, subdivididos o construidos sin contar con las autorizaciones urbanísticas correspondientes, cualquiera que sea su régimen de tenencia de la tierra; cuando teniendo todas las autorizaciones, las obras ejecutadas no concuerdan con las mismas, y generalmente son invasiones que carecen de todo tipo de servicio. A diferencia de los anteriores cuyo motivo es la especulación comercial, en los asentamientos se trata de núcleos generados por la necesidad.
Siguiendo con la obra editada por la Universidad del Caribe, nos dice que, en un municipio como Benito Juárez, el porcentaje de tierra ejidal equivale al 66.5% y de zona urbana únicamente el 7.6%. En este sentido, más del 43% del territorio ocupado de Cancún es propiedad ejidal, en donde se encuentran habitadas de forma irregular casi 5000 hectáreas de suelo en el ejido Alfredo V. Bonfil, hectáreas que mediante juicio agrario se intentaron revertir los títulos por parte del un grupo ejidal con la finalidad de volver a parcelar lo ya vendido y desarrollado.
Para ello, las administraciones municipales de 2018-2021 y 2021-2024, realizaron diversas acciones de contención de la especulación comercial a clausurar mas de 14,800 lotes sin drenaje ni permiso en 11 desarrollos irregulares; y a la par, mediante procedimientos municipales encabezados desde el Cabildo y otros procesos de forma paralela en participación con el INSUS, se comenzó la regularización de lotes, con la finalidad de poder otorgarles a los habitantes certeza jurídica de su patrimonio y la posibilidad de contar con agua, drenaje y electricidad con la municipalización de sus calles.
El derecho siempre es la respuesta para sentar las bases de un mejor futuro, incluso ante la mala administración que por décadas hubiese tenido un municipio como el nuestro que alberga al destino turístico más importante de México.
Sin duda la obra literaria editada por la Universidad del Caribe de la autoría de Christine McCoy es un refrescante instrumento con datos e imágenes, que deberán actualizarse tal vez en una segunda obra del daño ecológico y de la afectación al agua que por mera especulación comercial se generó desde el poder.
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