Nicolás Durán de la Sierra
El reto de la XVIII legislatura, la que apenas se acaba de instalar en el vapuleado edificio del congreso estatal, es enorme, y en especial lo es para la bancada de Morena, la más numerosa y quizá el mayor desafío que encarará será el saber administrar el éxito; se dice fácil, pero no lo es. El que un partido se asuma como paladín de la justicia social, implica un riesgo para la ecuanimidad.
Si por un lado la nueva dirigencia legislativa llegó con el camino alisado por las artes políticas de su antecesora, también de liderazgo guinda; por el otro, su arribo fue entre protestas civiles que dieron paso a la presencia de fuerzas policiales, es decir, su primera reunión como diputados se dio en un recinto asediado, lo que no es un buen augurio, como decían los antiguos.
Aunque con diputados reelectos, algunos con una labor notable como en el caso de Hugo Alday, y otros con faenas dignas de asustar demonios; a pesar de ello, es una nueva legislatura y conviene a todos darle un voto de confianza. Jorge Sanèn, hoy líder camaral, quizá sea diferente a su antecesor, Humberto Aldana, y no solo se dedique a los soliloquios y escuche también las voces de la comunidad.
Un buen inicio sería, claro está, el restituir a su sitio la estatua de Don Andrés Quintana Roo, que restañar los daños a su efigie no es tarea de titanes, y colocar otra vez la astabandera en donde iba, lo que sería un gesto político que apreciaría la comunidad de Chetumal, la que en parte se siente agredida, y con sobrada razón, por la pasada legislatura.
En otro tema relevante, el próximo lunes, en la capital del Estado, la gobernadora Mara Lezama rendirá su segundo informe de gobierno, informe que destacará la inversión de tres mil 500 millones de pesos hacia los que menos tienen, y los más de 600 mil apoyos directos del Programa Comemos Todos, entre otros aspectos. Nunca antes se había invertido tanto en el sector social.
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