A Tiro de Piedra /
Por Julian Santiesteban /
El cuarto informe de gobierno representa la cuesta abajo de cualquier administración, estatal o federal, es el inicio del fin de cualquier sexenio; debe venir entonces el empuje a acciones específicas para el cierre y el “saneamiento” interno. Desde la ciudadanía, queda la evaluación para ver si los resultados están en concordancia con las promesas y; todo lo anterior, es un proceso por iniciar en Quintana Roo, a dos meses del cuarto informe de gestión del gobernador, Carlos Joaquín González.
En términos efectivos, faltan un año y once meses para las elecciones del 05 de junio 2022, fecha en que se renovará la gubernatura quintanarroense y las diputaciones locales; pero antes de ello ocurrirá otro proceso electoral en 2021 –el más grande de la historia del país-, en el que se renovarán las diputaciones federales y las once alcaldías locales (en todo México, estarán en disputa 21 mil 368 cargos de elección), para ello faltan sólo once meses; es decir, prácticamente la mitad del tiempo desde ahora y hasta que haya nuevo gobernador electo, se estará en proceso comicial, federal o estatal, y aunque ello no debiera influir en la acción de gobierno, seguramente lo segundo sí influye en lo primero.
Entonces, en esa coyuntura hay que entender los primeros –ojalá no únicos- cambios en el gabinete estatal; es un proceso de saneamiento interno ante perniciosas acciones de quienes estaban en los cargos públicos, que afectaron la imagen del régimen; desaparece la Oficialía Mayor, se sustituye al titular de la Secretaría de Medio Ambiente (Sema); se cambió al vocero del gobierno, ¿se fusionará con el Sistema Quintanarroense de Comunicación Social? ¿Cuántos más, antes del cuarto informe de gobierno en septiembre próximo?
Existe un viejo cuento ruso llamado “Los Tres Sobres”, relata que cada gobernante los tiene al inicio de su mandato; el primero de ellos debe abrirse ante las primeras dificultades y se supone que la recomendación escrita es “hablar mal del antecesor y culparlo de todos los males existentes en el gobierno y sociedad”, como una manera de ganar tiempo para resolver dichas situaciones. Ese sobre lo abrió Carlos Joaquín González apenas iniciado su gobierno. Según el cuento, el segundo sobre debe abrirse cuando las dificultades continúan apilándose y culpar al antecesor ya no es garantía de credibilidad para la administración. Ante ello, la conseja es “con las presentes estructuras nada puede hacerse. Cámbielas.”
La sustitución de integrantes del gabinete –el segundo sobre- ha sido lenta, al gobernador Joaquín González se le nota la convicción de apoyar a sus colaboradores, de sostenerlos, la resistencia a los cambios. Este gabinete tuvo como muy pocos, largas “curvas de aprendizaje” pero también permanente confrontación, lo que generó un desgaste inusual a una administración que llegó con una amplia legitimidad; si a eso se le suma la escasez de recursos y ahora la pandemia por Covid-19 –con una mala estrategia de comunicación, que ojalá se corrija- es difícil identificar la identidad misma de la administración, los alcances logrados con respecto a su propio plan estatal de desarrollo, a dos meses de que inicie el tercer tercio y la recta final de la administración.
Por último, la recomendación del tercer sobre es “redacta tus tres sobres”, ante la inminencia de dejar el cargo; esa redacción pasa por la preparación de un sucesor y el establecimiento de alianzas estratégicas, considerando que al entregar los sobres el proceso reinicia y ya no se está necesariamente en la capacidad de incidir. Es ahí cuando contará realmente lo dejado, cuando la buena administración se notará, cuando saldrá a la luz lo logrado o lo dejado de hacer, y el recuerdo construido a partir de los buenos oficios; por lo pronto, que venga los ajustes al gabinete se concreten, se prepare el cuarto informe y se comience la redacción del tercer sobre.
COMENTARIO MORBOSO
Y aunque siempre se puede ajustar para mejorar, cabe decir que el tiempo de la “refundación” de la administración ha pasado, entendida esta etapa como aquella en que una sustitución mayoritaria de colaboradores puede permitir una especie de reinicio gubernamental, una corrección de fondo, un relanzamiento de los trabajos; pero pasada la primera mitad y entrados al último tramo del sexenio, habría que esperar sólo ajustes encaminados, como ya se ha dicho, a transitar de la mejor manera, a cerrar ciclos necesarios y concretar los objetivos que sean posibles.
Debido a que se transitará entre dos procesos electorales, es de esperar que la oposición comience a señalar lo prometido y no alcanzado, mientras el gobierno esgrime lo que sí obtuvo. Es este el tiempo de los aliados que mantienen el mensaje de la administración en curso y esperan los llamados sucedáneos; es este pues, el tiempo corresponsabilidad en el tránsito de la última etapa joaquinista.
No se esperen pues demasiadas sustituciones; ya no, más allá de las señaladas y las obligadas, acaso, por el proceso electoral, lo importante no es quién se va, sino los que permanecen, para tratar de entender lo que se hará por el próximo año efectivo de gobierno, porque el resto será campaña; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
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