El final del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador fue fiel a su estilo sin estridencias, trabajando hasta el último minuto y cargado de emotividad; la transición es por primera vez tersa, sin golpes bajos, luchas internas de sus gabinetes, en fin, como se acostumbró antes cuando el presidente desde el día de las votaciones dejaba de trabajar para dejar el campo abierto a las pugnas internas por los cotos de poder en las secretarías y direcciones nacionales. Era un botín que mientras unos se apresuraban a robarse lo más posible (el Año de Hidalgo) otros hacían malabares por entrar a los equipos nuevos. Había que borrarlo todo para empezar de nuevo, desde cero. ¡Cuánto daño hicieron a la nación!
El legado que deja AMLO rebasa por mucho varias décadas de gobiernos “revolucionarios” priistas y dos panistas, es ilustrativo el ahorro y la aplicación de recursos directamente a beneficio del pueblo, la recuperación de la hacienda pública para que contribuyentes poderosos –por fin-paguen sus impuestos.
Apenas comienza el juicio de la historia pero los efectos ya se sienten en muchas familias mexicanas. Sin duda la imagen de AMLO se revaluará paulatinamente en la medida que el nuevo gobierno siga cosechando y sembrando en la miama dirección.
Si bien es cierto que el país cambió; es otro muy diferente a 2018, sin embargo aún muchos actores políticos, grupos de ciudadanos, empresarios, no se han percatado de ello y no encuentran la interpretación correcta para poder maniobrar sus intereses en concordancia.
Algunos de estos actores apuestan a una moderación de la nueva presidenta Claudia Sheinbaum, otros a un cambio de estrategia en función a sus intereses, que se puede moderar, que puede cobijar algunas de sus demandas, así por el estilo. Quisieran no mantenerse fuera de lugar, pero a su vez no son capaces de adaptarse a las nuevas reglas. Mientras no comprendan que “su país” al que pudieron explotar por décadas ya no existe, que la simulación, corrupción e impunidad que prevaleció y en la que amasaron grandes fortunas es solo parte del pasado, las condiciones seguirán siendo las mismas es decir se quedaran en el mismo sitio elucubrando, lamiéndose una y mil veces sus heridas y creando escenarios en función de argumentos falsos para continuar como una oposición desacreditada. Continuarán perdiendo cada día más credibilidad.
A partir de mañana ya no podrán culpar a López Obrador de cualquier tema incómodo para ellos (estoy seguro que si lo harán) pero al hacerlo utilizando mal aplicada su inteligencia estarán abonando más reconocimiento al sexenio que hoy concluye.
En este escenario el reto para la presidenta Claudia Sheinbaum es inédito y mantiene atentos a todos los sectores, las “fuerzas vivas” de la nación, con la enorme fortaleza del respaldo popular reflejado en ambas cámaras y gobiernos estatales.
Claudia tienes todo para avanzar y millones de mexicanos y mexicanas estamos seguros que no nos vas a fallar.
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