A 48 horas de conocer los resultados de la elección presidencial en los Estados Unidos de Norteamérica el resultado ya es cantado por diversas razones, Donald Trump ha ganado; en cuanto a la discusión internacional en medios su presencia y renombramiento es absoluto incluso llega a dimensiones extenuantes; en cuanto al porcentaje de las últimas encuestas, sondeos o mejor dicho casas de apuesta –que pueden ser las más acertadas- la victoria de Trump es determinante; aun considerando que su triunfo sería una suerte del triunfo del pasado sobre el presente o que sería una regresión política y estancamiento económico, juicios desesperados de la vertiente seudodemocrática de los EEUU solo reafirman la tendencia.
La relativa democracia norteamericana esta fincada no en el voto directo, universal, sino en una suerte de fortaleza económica de los participantes y los apoyos directos e indirectos que pueda convocar, área en la cual la aspiración capitalista de la supremacía blanca es dominante, en la cual es evidente el apoyo a Trup.
Podrá no gustar el discurso o no ser el más carismático candidato, o no ser el políticamente adecuado; podrán considerar que ya es momento para renovar el sistema –esto lo considerarán quienes no conocen la idiosincrasia del norteamericano- sin embrago la correlación de fuerzas ya está dada. Los estadounidenses no quieren cambiar su sistema ni su ideología, al contrario, todo lo contrario.
El ejercicio electoral de este martes 5 de noviembre pondrá a prueba la transparencia falsa de unas elecciones que han sido rebasadas por las democracias de otros países pero que no pude ni quiere cambiar ante la prepotencia interna de los verdaderos grupos de poder económico que se disputan coordinadamente las sucesiones en Estados Unidos.
Sobre el tema de quien puede convenir a los mexicanos más, si Kamala o Donald, es un ejercicio estéril, en ambos casos será el mismo tratamiento; hoy los comentócratas queriendo llevar agua a su molino quieren montar escenarios que puedan ser de presión hacia el gobierno de Claudia Sheinbaum. No habrá sorpresas.
La situación de México es completamente diferente a otras elecciones, incluso a la de 2018, hoy es de igualdad y respeto como socios comerciales a diferencia de otras épocas en las que había una sumisión vergonzosa.
Un ingrediente novedoso es que Donald Trump ya fue presidente y en este segundo período su ejercicio será recargado, más intenso y más diplomático, algo habrá aprendido.
El destino posterior al martes si no es reconocido el triunfo de Donald Trump llevará a un callejón sin salida, en el cual saldrá a relucir el sistema electoral indirecto con todas sus contradicciones de un voto poco supervisado, poco respetado.
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