Política de Hoy
Por Diana Alvarado
Con el evidente apoyo de Jorge Emilio González, el “Niño Verde”, el diputado electo Gustavo Miranda anda muy afanoso declarando donde lo dejan que será el próximo “presidente” de la XVI Legislatura, la cual entrará en funciones en septiembre próximo, y su intento de “madruguete” ha generado molestias no solo entre las bancadas de Morena, del PAN y del PRI, a las que corresponderán las posiciones más importantes de la nueva Junta de Coordinación Política, sino entre sus propios compañeros del Partido Verde que ahora tienen razones para sentirse desplazados y menospreciados.
A decir de varios de sus homólogos, Gustavo Miranda no tiene ninguna experiencia legislativa, no tiene oficio ni capital político y tampoco puede presumir de ningún logro social. No tiene autoridad moral para alzarse como líder de los diputados.
En las pasadas elecciones, Miranda apenas alcanzó 5 mil 600 votos en el distrito 8 de Cancún, menos que cualquier candidato de Morena. De hecho, la mayoría de esos votos los ganó gracias al chaleco guinda y el arrastre de Andrés Manuel López Obrador, así como a la precampaña que hizo para diputado independiente y que dejó en el último minuto para irse al Partido Verde, traicionando y confundiendo a sus pocos seguidores. Pero esos sufragios no son suficientes para soportar su ambición y menos la de su mentor.
Los demás diputados electos de Morena y el resto de los partidos saben de la maniobra del “Niño Verde” para tener el control del Congreso y al parecer ya están tomando contramedidas y algunos hasta clases de kick boxing por si acaso. Será interesante ver en los próximos días cómo se dan las negociaciones entre las diferentes bancadas para la asignación de sus coordinadores, comisiones y, por supuesto, la integración de la Jucopo, que estarán peleando Morena, PRI y PAN.
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