El Minotauro /
Nicolás Durán de la Sierra /
En las pasadas semanas, las asociaciones de hoteleros de Cancún y de Playa del Carmen insistieron en que la temporada vacacional de verano que está por concluir fue una de las peores de los últimos años y algunos hasta hablaron de una severa crisis. Restauranteros y otros empresarios turísticos, sobre todo los de paseos en lancha, coinciden en la postura.
Sin embargo, los indicadores del aeropuerto de Cancún acusan un aumento en el arribo de viajeros, un alza leve, pero alza al fin, y si bien no hay manera de medir con exactitud el aforo del turismo carretero, este sigue nutriendo a hoteles y restaurantes del centro urbano de ambas ciudades; de hecho, en la práctica, este es el único turismo repetitivo que tenemos.
Esto nos dice que hasta ahora, la ola de violencia que se vive en ambas ciudades y el masivo recale de sargazo en nuestras costas no han afectado tanto, como se preveía, a la industria sin chimeneas. Claro, ello no quiere decir que los asuntos no deban ser atendidos, ni que la labor de los gobiernos locales en estos rubros no sea digna de encomio; es de reconocerse el trabajo realizado.
¿Entonces, por qué tantas quejas, sobre todo si se prevé una gran temporada invernal? Porque ha bajado el flujo de dinero dejado por el turismo, coinciden hoteleros y la secretaría de turismo ¿La razón? Sencilla: los visitantes de hoy tienen menos recursos que los del año pasado, es decir que el que ahora llega es “turismo de segunda”, en el argot de los servidores turísticos, tan finos ellos.
El fenómeno, dicen, también los afecta. La frase implica unmea culpa, pues con tal de garantizar su ocupación, tiraron tarifas y abarataron todo. Lloran sus fechorías, pues ellos mismos trajeron a este tipo de turistas. Si bien la caída de Cancún como sitio turístico de lujo inició con la apertura de hoteles “todo incluido”, ello nunca fue significativo para la bonanza hotelera.
Lloran por las rentas vacacionales por internet, las que dicen les restan clientes; se quejan porque tuvieron que pagar la limpieza playera de sus hoteles, aunque no se indignaron por el desvío de más de 600 millones que la federación destinara en 2018 para tal efecto, pues hasta donde se sabe el dinero quedó en manos de empresarios del ramo; en fin, se quejan de todo y por todo.
Si tazáramos nuestra actividad turística por sus quejas, la economía estatal estaría en ruinas, pero otra vez se imponen las cifras: para fin de año abrirán en Cancún cinco mil cuartos y otros dos mil entrarán en operación en Playa del Carmen. Para el 2020 se esperan en la zona unas 115 mil habitaciones turísticas. Y entones, los hoteleros se quejarán… de competencia desmedida!
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