Por Julian Santiesteban
El 15 de agosto del presente año, la Universidad Autónoma de Quintana Roo (Uqroo) tendrá el primer rectorado surgido de la decisión de sus órganos de gobierno, sin que medie recomendación o postulación por parte del gobierno estatal. Es justo ahora cuando los 20 años de exigencia para que la máxima casa de estudios se autogobernara tienen que acreditarse, es la oportunidad y la obligación de los integrantes de la Comisión Especial y la Junta Directiva no simular independencia y aceptar “sugerencias” desde el poder. Es responsabilidad de todos sus egresados y su comunidad universitaria honrar lo alcanzado, exigiendo que quien asuma la tarea no sea un político más, pero sobre todo, que tenga experiencia acreditada que haga la diferencia con todos los que por ahí han pasado.
Este lunes, fue publicada la convocatoria para ocupar el rectorado, del 2023 al 2027. Serán 10 días los que tendrán para inscribirse los que aspiren al cargo; luego de lo cual se elegirá una terna. El documento es bastante sencillo, pero claro en las exigencias, como la forma de acreditar experiencia y el indispensable requisito de presentar un plan de trabajo; aunque cabe decir que no contempló una que, desde la perspectiva del escribiente es fundamental: No tener conflicto de interés para asumir el cargo. ¿Se imagina, por ejemplo, que algún ex funcionario universitario señalado de irregularidades administrativas se inscriba? O que algún familiar de algún rector que dejó millonarios pendientes y que están aun por sancionarse por parte de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) asuma la responsabilidad. Aun no es tiempo de señalar a nadie, ya se darán detalles. Por ahora, baste decir que, fuentes del actual rectorado aseguran que aun no se han solventado 74 millones de pesos del periodo de Ángel Rivero Palomo -actual secretario particular del Ejecutivo- (aquí una referencia de 2020 sobre el tema: https://laverdadnoticias.com/quintanaroo/Desaparecen-74-millones-de-la-Uqroo-20200222-0044.html ), pero hay quien señala que tiene mucho interés en impulsar una candidata al cargo. Familiar.
Pero, lo importante del proceso, es la valoración de los perfiles; particularmente porque se infiere que, cualquiera que aspire al cargo, tiene la formación profesional requerida. Más aun, podrá haber profesionales destacados y reconocidos públicamente; pero este rectorado, el primero de la autonomía, requiere, por lo que representa, tener “el sello Uqroo”, que quien asuma sea reconocido como miembro de la comunidad o como alguien que haya hecho algo destacado en su beneficio. Que, además, surja como propuesta de la Uqroo y no con impulso desde el poder. Es claro que, el futuro rector o rectora, deberán tratar con el poder, de ninguna manera se trata de ser enemigo o antagónico; pero sí lo suficientemente libre para no asumir la tarea como si se tratara de la burocracia de la administración pública estatal.
¿Y si hay una propuesta desde el Ejecutivo, es descartable? No… y sí. En cualquier institución de educación superior pública del país hay intromisión de gobierno, ninguna autonomía está libre de la capacidad de influencia del gobernante, ni hay camino de libertad absoluta, cuando existe además dependencia presupuestaria; de ahí que no sea una tarea sencilla encontrar un perfil lo suficientemente cuidado que brinde tranquilidad al interior de la Uqroo, pero que además desde afuera se perciba como una decisión de los universitarios. Así pues, no se trata de “buenos o malos”, sino de lo pertinente y adecuado. Ya con los años, seguramente la democracia interna se degradará, como ha ocurrido casi en todas las instituciones de ese tipo, ya habrá tiempo para meter mano dura desde el gobierno hasta para corregir, pero por ahora no, y menos con el que será recordado como el primer gobierno autónomo. La autonomía pues, está a prueba.
COMENTARIO MORBOSO.
La rapiña en Bacalar
En completa opacidad, pero además sin una base legal, el ayuntamiento de Bacalar realiza cobros por explotación de la Zona Marítimo Terrestre (Zofemat) a todas las empresas que están asentadas a la orilla de la laguna de ese sitio, principal destino turístico del sur de Quintana Roo, pues el gobierno de ese municipio no ha realizado el estudio respectivo ante la Comisión Nacional del Agua (Conagua), ni esta instancia federal ha otorgado la autorización para el cobro del gravamen, pero para asegurarse de que los usuarios paguen lo que literalmente se constituye como una extorsión, el gobierno que encabeza José Alfredo “Chepe” Contreras Méndez, condiciona las licencias de funcionamiento al cumplimiento de esa exigencia que, hasta ahora, ha pasado desapercibida para las autoridades federales, pero llevó ya a los afectados a organizarse para defenderse de la esquilma.
Para nadie pasa desapercibido que, el desarrollo del décimo municipio quintanarroense, no corresponde al tipo de gobierno que tiene, pues el alcalde del lugar, por muy popular que es por su oficio gastronómico, deliberadamente mantiene el anacronismo en la administración pública, para posibilitar los cobros discrecionales por conceptos ni siquiera contemplados en su Ley de Ingresos y que además no se reportan a las arcas públicas. Por ejemplo, los empresarios señalan que los dictámenes de Protección Civil de los negocios tienen que ser pagados en efectivo y sin la entrega de recibo alguno, ¿cómo se integran entonces los recursos a las arcas públicas? Más aun, ¿se enteran dichos ingresos al gobierno municipal? Y si no fuera así ¿quién o quiénes son los “vivos” funcionarios que están llenando las alforjas personales?
No hay “negocio” irregular que pase desapercibido por mucho tiempo, por ello es que los empresarios han constituido una asociación civil para poder defenderse de los agravios gubernamentales, sin fines políticos, y con el único objetivo que obligar a que el gobierno del “Chepe” Contreras Méndez realice los trámites ante la Conagua y que, en todo caso, el cobro por concepto de Zofemat sea legal, con la autorización respectiva del gobierno federal y, sobre todo, que deje de representar un negocio de particulares. De plano, “hay que ser cochino, pero no tan trompudo”; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
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