Julian Santiesteban
La próxima administración estatal podrá modificar la Constitución local y distribuir los presupuestos estatales con total discrecionalidad, pues la llamada oposición tendrá tan sólo cinco –tal vez cuatro- de 25 diputaciones que integrarán la XVII legislatura, cuando la llamada “mayoría calificada” exige de 17 votos. En suma, la gestión de Mara Lezama Espinosa, en estricto sentido no necesitará absolutamente para nada a los diputados opositores. Vaya, ni en eso podrán ser factor de contrapeso.
Y no, no es un escenario deseable, en términos de avance democrático puede considerarse incluso un retroceso, pero lo incuestionable es que esa circunstancia fue definida por un millón 335 mil 173 ciudadanos que componen la lista nominal quintanarroense. Sí, votaron 497 mil 022 electores, pero todos decidieron, pues los que no acudieron a las urnas también incidieron en el resultado del 05 de junio. Si alguna lección debió aprenderse, es que el poder sin límites tiende a los excesos, ojalá que la realidad local sea diferente y que el compromiso de hacer un gobierno por y para los ciudadanos sea real, alentando, aunque sea como mecanismo de legitimación, la diversidad política. Pero si ello ocurriera, que quede claro, será “concesión” del régimen, no por la fortaleza de una oposición prácticamente inexistente.
Por cierto, la mayoría política es tan aplastante, que además del control del Legislativo, Morena y sus aliados contarán con el aval de los municipios, si fuera necesario, pues habrá que recordar que, desde 2021, en Quintana Roo la Cuarta Transformación Republicana (4T) 8 de once municipios (de los otros tres, dos fueron ganados por el PAN y uno por el PRI); así que, por lo menos, la primera mitad del gobierno de Lezama Espinosa no tendrá mayor complicación para impulsar, aprobar y poner en marcha cualquier proyecto o política pública, además de destinar partidas presupuestales de acuerdo a los objetivos que se plantee. El único riesgo es el de una ruptura al interior de la 4T ¿acaso el apoyo a diferentes aspirantes a la presidencia de la República pudieran generar esos enconos? Lo veremos a finales del 2023. De no ser así, bastará la voluntad de la gobernante para encaminar su administración al cumplimiento de lo que en campaña prometió.
Por cierto, que esa aplastante mayoría, combinada con la alineación completa de los niveles de gobierno (municipal, estatal y federal, todos son Morena), además de que el gobierno saliente tiene marcados, evidentes y nunca escondidos intereses en la 4T, implica también enormes riesgos y responsabilidades, pues no hay espacio alguno para el discurso de “nos dejaron un cochinero”, “los conservadores se oponen a nuestro proyecto”, “no podemos avanzar porque, los que estaban acostumbrados a los privilegios nos han puesto trabas”, nada de eso. Acaso la única complicación serán las acotadas finanzas estatales y la deuda a largo plazo; pero si la coordinación y voluntad política imperan –como debiera ser, por el bien de los quintanarroenses y por tratarse de un mismo proyecto político-, pues entonces el futuro deberá ser venturoso ¿o no?
¿Y cuál es la lección para la oposición? Primero, aprender a serlo; segundo, honrar la lealtad de los militantes de sus respectivos partidos y dejar de improvisar candidaturas en las futuras elecciones; tercero, reconquistar a un electorado cada vez más exigente, que descubre cuando el discurso no se corresponde con la realidad que han dejado en su paso por el gobierno y, quinto –que nunca es malo-, asumir que, si siguen haciendo lo mismo, con los mismos actores políticos y con una estrategia de mentir para obtener el poder sin diferenciar la oferta al votante, seguirán obteniendo los mismos decepcionantes resultados. Y cuidado, porque la renovación de la presidencia de este país se realizará en dos años.
COMENTARIO MORBOSO
El Partido Verde Ecologista (PVE) se ha convertido en la segunda fuerza política estatal en Quintana Roo. Puede, sin duda, ser cuestionada y cuestionable la manera en que ha crecido desde hace poco más de dos décadas, pues desde entonces ha coaligado con otros partidos como el PAN y PRI, y los ha abandonado cuando ambos han perdido el poder, sea a nivel federal o de las entidades federativas, pero lo que no puede ponerse en duda es su enorme capacidad de “adaptación”, “acomodaticia” o “resiliencia” como algunos prefieren denominarlo. Y de las seis entidades federativas en que el domingo 05 de junio de 2022, justamente el Verde es uno de los grandes ganadores.
Por cierto, para el caso quintanarroense, no perder de vista, “adoptó” estructuras y actores políticos emanados de otros partidos políticos. Los “compró”, han dicho otros, lo cual no sería (lamentablemente) una novedad en el país. Si el caso fuera que dicho partido compró las estructuras, además de votos, como también se ha señalado, habrá que decir, sin ambages, que fue una buena compra, pues no sólo es ahora la segunda fuerza política, sino que se ha expandido a todo Quintana Roo, cuando durante dos décadas se concentró únicamente en la zona norte. Los votos compradas como “decisiones de momento” para obtener el poder, las estructuras, son equipos que permanecen para arraigar a dicha fuerza política. En suma, el PVE se está “comiendo” a todos los partidos políticos en la entidad, mientras estos y los críticos en general no hacen más que criticar los “modos” y estrategias; en esa actitud se explica la debacle por la que atraviesan, el Verde vivió, aprendió de ellos y, evidentemente, los está superando, aunque la democracia esté muy alejado de ello; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
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