Julian Santiesteban
Los gobiernos, independientemente de su origen partidista, dejan recuerdos en la sociedad a partir de su legado tangible, más allá del discurso que esgrimen; es esa su razón –o debiera ser- de alcanzar el poder. No es el acceso a las arcas el objetivo a conseguir, sino la solución a las demandas de los gobernados y el alcance de las aspiraciones de construir un mejor entorno y transformación de los espacios en los que se toman decisiones.
Con eso como referencia, habría que decir que, si la mitad de las promesas que hacen los políticos en campaña se cumplieran, el país y las entidades federativas estarían en mucho mejor circunstancia, pero el “mercado electoral” pareciera que se ha conformado con resultados a medias y floridos discursos.
El político promete como que va a cumplir, mientras el ciudadano promedio actúa como que cree en las promesas que se le hacen. Y así vamos, de promesa en promesa y de proceso en proceso. ¿Por qué es este el momento de hablar de ello? Porque Quintana Roo acaba de votar para renovar el Poder Ejecutivo y el Legislativo y, sobre todo, porque en 13 meses y una semana iniciará un nuevo proceso, la primera semana de septiembre de 2023, para, el domingo 02 de junio de 2024, renovar la presidencia de la República, diputados federales, senadores, presidentes municipales y diputados locales.
“Gobernar dentro de un régimen democrático sería mucho más fácil, si no hubiera que ganar constantemente elecciones” decía, a principios del siglo XX, el ex primer ministro y periodista francés, Georges Clemenceau; y esa circunstancia aplica perfectamente en México, pues todo asunto público, para ser parte de una agenda de pendientes, pasa obligadamente por el entorno político y, casi siempre, se estanca por la contraposición de posturas partidistas, no sólo los temas de la administración pública, sino incluso, lamentablemente, aquellos que son urgentes de atender, como la inseguridad que aqueja al país. “Conservadores” o “chairos” parecen ser los únicos o más importantes sectores sociales de esta República, perniciosa división.
Y entonces, ¿qué tan factible es que los ciudadanos tengan gobiernos eficientes? Muy poco, porque los gobernantes, apenas asumen, se concentran en la inmediatez de los pendientes sí, pero también en las elecciones por venir. Nótese, por ejemplo, antes del cambio de administración estatal quintanarroense, que ocurrirá el próximo 25 de septiembre, deberá renovarse la dirigencia estatal de Morena, el partido que gobernará el próximo quinquenio, además de las dirigencias de partidos como Acción Nacional (PAN) y el de la Revolución Democrática (PRD), o lo que queda de ellos y, aunque en el discurso los futuros gobernantes esgriman una “sana distancia” entre la administración pública y la vida partidista, lo cierto es que es de las mayor importancia cuidar la renovación de estructuras de aquellos institutos que les permiten postularse para alcanzar el poder.
Es en este punto que, el título de esta colaboración toma sentido, porque el ciudadano califica a sus gobernantes no pos sus discursos, sino por la atención directa y cercanía, por las obras que construyen, por los programas sociales que les ayudan en el día a día y, eso, se percibe solamente si se gobierna. ¿cuál es entonces la calificación que otorgan a la administración saliente? ¿cuál es la posibilidad de que vuelvan al poder? ¿Qué tanto de lo que se prometió se cumplió en los hechos? Usted que lee este texto tiene seguramente la respuesta a estas interrogantes.
Así, cabe decir que, el ejercicio de gobernar desgasta, no sólo por la permanencia en el poder, sino porque es hasta ese momento, que los decisores en las urnas califican si fue atinada su decisión. Será a partir del próximo 25 de septiembre que Morena acredite en los hechos la anhelada llegada de la Cuarta Transformación Republicana, demos pues la oportunidad y estemos atentos del cumplimiento de lo prometido, sólo hasta entonces podrá calificarse si la elección del pasado 05 de junio valió la pena.
COMENTARIO MORBOSO
A propósito de cumplimiento, este domingo, en la capital de Quintana Roo, Chetumal, la administración saliente inaugurará las obras realizadas en su bulevar, a pesar de que los trabajos no se concluyeron y la calidad de los trabajos estuvo permanentemente cuestionada. El tiempo, a corto plazo, permitirá conocer si la inversión, que se pagará a veinte años, valió también la pena, así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
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