La urgente policía única estatal /
El Minotauro /
Por Nicolás Durán de la Sierra /
El letal ataque a una cervecería en Playa del Carmen, el que segara una vida y dejara una estela de heridos, hizo inaplazable para el gobernador Carlos Joaquín el decretar la entrada del Mando Único Policial en el Municipio Solidaridad. Le corresponde a él garantizar la seguridad del Estado y de esa ciudad, en este caso, y no lo puede hacer con una policía dividida.
Por su riqueza, Cancún y Playa del Carmen son meta de toda mafia, como acusa el que recién se apresara a un grupo de pillos rumanos. Ante ello, las policías del Estado deben estar unidas y bajo un mando vigilado por el congreso. Se debe respetar la autonomía de los municipios, sí, pero el gobernador tiene facultades de ley para decretar estados de excepción.
Se sabe que hay policías municipales que sirven a los cárteles y que, con un solo mando, eso se les dificulta mucho; se sabe que hay alcaldías que, por justificado temor, se ven obligadas a pactar con cárteles, y en tal caso lo mejor que puede pasarles es que intervenga el Estado, tanto por ellas mismas como para garantizar la seguridad ciudadana, que es su obligación.
No sé si tal sucede en Solidaridad, pero la negativa de la alcaldesa Laura Beristaín a la coordinación policial llama la atención. Su oposición es en sí un mensaje ¿a quién lo envía? Era urgente que el Estado tomara el mando, pues de nuevo las áreas turísticas fueron afectadas. La vez pasada el blanco fue el Blue Parrot y el costo humano también fuealto.
Por otra parte, aunque en el mismo tema, la posición del diputado Fernández Noroña al calificar de “brutal embestida” el decreto del gobernador, tensa aún más el ambiente. La embestida brutal fue la del crimen organizado, y la entrada de la policía estatal fue la réplica a una crisis. Los decires del legislador deben ser más prudentes para no caer en la chabacanería.
Alfonso Durazo, el secretario federal de Seguridad y Protección Ciudadana, tras el ataque en Playa del Carmen, exigió un acuerdo político no tan solo en el Estado sino en todo el país para que se instituyan cuerpos estatales de policía única para enfrentar a la delincuencia. Por el bien de todos, más que acuerdos políticos, debe imponerse el sentido común.
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