Julian Santiesteban
Promocionar a Quintana Roo en ferias internacionales, traer más vuelos y lograr una mayor cantidad de visitantes, se ha convertido en la medición de sostenibilidad y proyección de futuro de la industria, tanto para los gobiernos como para las empresas. La creación de gravámenes cobrados a los visitantes, para destinarlos a acciones de infraestructura no necesariamente relacionadas directamente al turismo, son el enfoque discursivo que muestra cómo la “industria sin chimeneas” impacta todos los aspectos de la vida de los habitantes de esta región de México, pero mientras la cantidad de visitantes incrementa, se degrada permanentemente el elemento sustancial que los atrae: Las playas.
La última recuperación de playas en Quintana Roo, ocurrió durante la administración federal de Felipe Calderón Hinojosa; sí, “el actual innombrable” para los apoyadores de la 4T, allá por el 2010; y desde entonces se señaló que el mantenimiento debiera ocurrir, en un plazo máximo de 5 años. Sin embargo, para entonces, los empresarios hoteleros revelaron que ex gobernadores locales como Félix González Canto y Roberto Borge Angulo, malversaron los recursos que debían existir en fideicomisos, producto de las aportaciones de los empresarios, fundamentalmente hoteleros y, como consecuencia, la recuperación de esos espacios que reciben a 23 millones de visitantes por año, quedó en el olvido.
En lo local, la administración de Mara Lezama Espinosa, primera mujer que gobierna Quintana Roo, ha realizado un impulso sin precedente en la creación de infraestructura, fundamentalmente, claro está, con recursos federales: La rehabilitación del bulevar Colosio (vía carretera principal de entrada al estado); la construcción del segundo sistema de puentes sobre la Laguna Nichupté, la construcción de grandes vías en Cancún para desahogar la movilidad vial y, por supuesto, todo lo relacionado a los proyectos del presidente Andrés Manuel López Obrador, como el Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Carrillo Puerto… pero hay que señalar también que los turistas no llegan a la entidad a ver disfrutar de la infraestructura -aunque la necesiten-, sino a permanecer en sus playas, mismas que, en los últimos 14 años han perdido más de 80 metros, por efecto de la erosión…y sin ningún mantenimiento ni programa en puerta para ello.
Por cierto, la problemática no es desconocida para la actual administración federal; de hecho, el 10 de febrero de 2019, unos cuatro meses después de haber asumido el cargo de secretario de Turismo de México, Miguel Torruco Marqués, publicó en sus redes sociales personales que la erosión de playas más grave ocurre en Cancún, con 5.86 metros de pérdida de arenales por año. Mazatlán pierde 1.08 metros por año y la Riviera Maya 1.22 metros por año. Los datos, reconoció el funcionario, son parte de una investigación realizada por la Sociedad Alemana de Cooperación de Trabajo Internacional, (GIZ por sus siglas en alemán); y ya en 2009, investigadores de la UNAM y el IPN, instituciones educativas mexicanas, señalaron que desde la década de los 70 del siglo pasado, hasta ese año, se habían perdido 80 metros más. Nótese, sin embargo, el acelerado proceso de pérdida de arenales. Lo que inicialmente se perdió en 39 años, es similar a la pérdida sufrida en los últimos 14 años.
Lo lamentable, es que, aunque se reconoció el problema, nunca se plantearon soluciones. Luego vinieron los anuncios del Trena Maya y todo lo ya enumerado y, así, la recuperación de playas quedó en el olvido. Y ahora, con las campañas del proceso electoral más grande en la historia del país, el apoyo a la industria turística, entre los muy pocos que lo abordan, tiene que ver con mayor promoción, más vuelos, más infraestructura de apoyo urbano, capacitación del personal, dignificación salarial y muchos otros que resultan importantes, pero que en nada inciden en mantener la fuente de todos los recursos, de todos los trabajos… de la razón de existir del destino turístico más importante de México y Latinoamérica; las playas de Cancún.
Si se revisa la página de Proyectos México, desde 2023 se dejaron de actualizar los cuatro que se tenían para invertir unos 2900 millones de pesos en recuperación de arenales en cuatro puntos de Quintana Roo. Al final es lo de siempre, el olvido, el desentendimiento gubernamental municipal en Benito Juárez, pues a pesar de tener un gobierno “verde”, Ana Patricia Peralta de la Peña nada, absolutamente nada ha hecho como gestión para salvar las playas y sí, por el contrario, promueve proyectos depredadores como el de la conversión del campo de golf de Pok Ta Pok, en una zona residencial, que afortunadamente se mantiene frenada por acción ciudadana, pero que colapsaría los servicios de la zona hotelera; de nuevo, del destino turístico más importante del país. El nivel real de ese gobierno.
Y así, por olvido o desinterés, lo importante es colocar el tema de nuevo en la agenda pública, tanto para evidenciar la frivolidad de las campañas, como para generar la posibilidad de que algún actor de la administración pública sí recupere los proyectos. Que “el segundo piso” de la 4T; o el cambio que los azul-tricolores promueven, permita la sostenibilidad a largo plazo de las playas de esta región; porque problemas hay muchos más, como la arribazón de sargazo o la sobre densificación de playas, pero todos ellos dejarán de existir, si perdemos definitivamente la zona en que todo ello ocurre, que son los litorales quintanarroenses. Al tiempo.
COMENTARIO MORBOSO
Y a propósito de contrastes, de seguridad, de administración en orden y hasta de saneamiento de los litorales; mezclado todo ello con el proceso electoral en curso, es de destacar que el único municipio cuyos conflictos políticos internos no se han evidenciado, pero, sobre todo, cuyo gobierno se mantiene en curso sin generar escándalo, es el de Isla Mujeres. ¿Ya lo había notado? Sí el único. Reta incluso el escribiente a su lector, a encontrar otro, entre los diez restantes, en los que algún escándalo no se hubiera presentado en la actual contienda comicial. Uno más tan solo. No lo encontrará.
Isla Mujeres es pequeño en población, ciertamente, pero la dinámica turística que vive le imprime presión permanente a la administración pública. Ser vecino de Cancún le provee, sin duda, de parte de los millones de turistas que llegan al lugar, pero también le mantiene en riesgo de “contaminarse” de la profunda oleada de criminalidad que no se asume en el discurso y se combate más con fuerzas estatales y federales por la incapacidad gubernamental en ese municipio y, sin embargo, la isla y su zona continental, se han mantenido a salvo de “mancharse.”
Podrá argumentarse lo que se quiera, pero Atenea Gómez Ricalde, que por estos días busca la reelección, muestras ha dado de saber gobernar y de que la juventud no es una condición que se disocie de la capacidad. Y sin “futurear” porque luego hay pieles sensibles que, por no querer ver avances en los demás, atacan, aun cuando del mismo equipo se trate; lo único que el escribiente dirá es que, además del 24, la isleña estará -totalmente seguro- en el 2027, ya lo verá el lector; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
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