Se ha dicho innumerables veces lo particular de esta transición de la presidencia de México, AMLO entregará el poder ejecutivo el último día de septiembre a Claudia Sheinbaum, sin embrago gobernará en pleno ejercicio de su mandato hasta el último minuto.
La relación entre ambos es de respeto, admiración y correspondencia mutua. La prensa tradicional de oposición –no acostumbrada a un caso así- especula en función a eventos históricos; la prevalencia de Plutarco Elías Calles sobre Emilio Portes Gil (1929-1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y Abelardo Rodríguez (1932-1934) conocido como el maximato, hasta la llegada de Lázaro Cárdenas. Sin embargo no es para nada comparable la actual transición con éste u otro evento similar.
En la actualidad el respaldo a las dos figuras presidenciales Claudia y Andrés Manuel que conviven es inédito, la reciente elección fue una sorpresa para todos los actores y la aceptación continua muy alta, históricamente incomparable. Y ese es el gran riesgo que ve la oposición, es decir se le aleja mucho más cada día las posibilidades de retornar al poder y privilegios.
Los cambios instaurados desde 2018 y lo que se ve venir alejan las ambiciones de muchos personajes y grupos de poder económico y político por seis o doce años más y eso es verdaderamente trágico para esos sectores.
En lo esto sucede y Claudia Sheinbaum va imponiendo su estilo personal de gobernar con su equipo y las posibles iniciativas a aprobar en septiembre los grupos de opositores muy disminuidos, sin financiamiento para sus robots en redes sociales y un descrédito mayúsculo, entre luchas internas por la subsistencia lo único a que pueden recurrir ya no es –ni siguiera- cuestionar los nombramientos de los secretarios de estado, perfiles o antecedentes; no encuentran nada. Se desesperan y entonces entran en el terreno de la política ficción, la novela política.
Si en este momento regresara a la vida Luis Spota, un genio de la novela política seguramente estaría maravillado con los “reportajes” de periodismo actual en prensa conservadora.
La prensa conservadora (El Universal, Reforma, Excélsior, El Financiero, Milenio, etc.) ha encontrado, inventado o imaginado una veta de explotación en las relaciones amistosas, personales o casuales de los hijos del presidente Obrador, es cierto son tres adultos en pleno ejercicio de sus derechos, y son también muchos los colaboradores cercanos o no del presidente y de su círculo cercano; es mucha la obra social que se desplegó en los últimos seis años y –luego entonces – es mucha la tela donde cortar historietas, montajes o anécdotas, solo les queda eso.
Imposible un escenario donde los hijos del presidente se hubieran ido a vivir a Europa en un internamiento de doce o 18 años; imposible recluirlos en un monasterio alejados de todo, o aislarlos en una burbuja; en todos los casos son personajes que heredan un gran peso histórico del país para toda la vida y que sin duda por su nacionalismo seguirán desarrollando sus vidas en el entorno de nuestro país. La herencia política que van a tener desde el primero de octubre será mucho mayor que la de los hijos de Lázaro Cárdenas y será un buen ejercicio conocer su posterior desempeño, que en los últimos seis años fue adecuado. Sin estridencias o exabruptos.
Hoy la prensa acorde a los Loret de Mola y Latinus (especialistas en difamación) tiene un único tema como hueso de ternera para su explotación. Los demás temas ya los echo a perder, se obnubilo y desacredito, pero hay que escribir por encargo para estos periodistas por consigna y comisión. Sin duda siguen sin entender el movimiento de transformación profunda que inicio en 2018 y continuará –sin duda por doce años más. Pero qué podemos esperar si ni Donald Trump lo entiende es mucho pedir que los “próceres de las letras” “líderes de opinión” de periódicos nacionales venidos a pasquines lo entiendan.
Afortunadamente Claudia Sheinbaum es quien más conoce e interpreta el humanismo mexicano y en este sentido el papel que en la historia de un país puede aportar positivamente la herencia de un personaje de la dimensión de López Obrador. Y la trayectoria de los hijos de AMLO están fuera de cuestionamientos por si se integraran al próximo gabinete, están en su derecho.
Lo único que no se vale es mesclar la novela política con la (supuesta) realidad para difamar a cualquier persona directa e indirectamente.
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