El Minotauro
Por Nicolás Durán de la Sierra
A unas semanas de la jornada electoral de junio, puede decirse que las campañas de los partidos políticos ya no fraguaron, no dieron color, aunque fueron opimos en lo que toca al humor involuntario. Hubo sainetes de todo tipo, desde alcaldesas cantando rap en Cancún hasta aspirantes a alcaldes bajados a ultima por la autoridad electoral por maledicentes, como ocurrió en Chetumal.
Los debates de los candidatos fueron desdeñados por la comunidad y no porque con tino sospechara la pobre calidad de los mismos, sino por estar pendiente de los ires y venires de la vacunación y atenta a la posibilidad aun real de regresar al rojo en el semáforo sanitario, lo que dañaría mucho nuestra frágil economía. No sobra señalar que todavía estamos en riesgo…
En este caso, la famosa frase del poeta Juvenal que reza “al pueblo pan y circo” o, para los latinistas panem et circenses, esta vez no se cumplió a cabalidad y el vis a vis de los bisoños políticos pasó sin pena ni gloria, pese a lo publicado en diarios y portales, donde este o aquel candidato “arrasaron” en los debates o sólo “se impusieron”, según la capacidad del bolsillo de cada cual.
Ello habla de la falta de candidatos fuertes en todos los partidos y, si vamos más lejos, de la falta de una clase política estatal, aunque este aspecto merece un análisis aparte; hay quienes señalan que Mario Villanueva fue el último gobernador en atender el tema, pero cual se dijo, esto se abordará más adelante. Por ahora, como dijera el célebre Rubén Figueroa, “la caballada esta flaca”.
Los ya próximos “cierres de campaña” serán diferentes tanto por la epidemia como por las disposiciones en las que los delitos electorales se tienen por graves, lo que asustará a mapaches oficiales y no oficiales. Más allá de quienes triunfen, interesante será saber cuáles de los partidos en contienda perderán esta vez su registro estatal. Con todo, el circo electoral también esta flaco.
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