El conflicto entre Palestina e Israel, se remonta a la segunda Guerra Mundial, cuando Inglaterra decidió que Israel se establecería en el territorio perteneciente al pueblo palestino, como si se tratara de una porción de tierra desocupada o inhabitada, mostrenco o vacante; situación que en la especie no era así, ya que si nos adentramos un poco a la historia fue precisamente en el territorio de Gaza donde se llevó una de las guerras definitivas entre Egipto y Persia, que dieron origen a la caída de Egipto hasta la rebelión gestada por Alejandro Magno que liberó a los egipcios de la sumisión orquestada desde Babilonia.
Sin embargo, toda la historia escrita se pasó por alto en 1948, cuando se impuso el estado de Israel sobre el territorio palestino, lo que generó la movilización y desocupación de ciudades enteras por parte de los palestinos desplazados por mandado de los aliados triunfadores de la guerra, hacia un pueblo que no tenía y sigue sin tener porque pagar los platos rotos de la decisión administrativa de otros para beneficiar a Israel, violentando todos los derechos de los palestinos.
Para dar respuesta a los desplazados desde 1948, se creó la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente próximo, fin de coadyuvar con todos aquellos palestinos que permanecieron dentro del mismo territorio entregado a Israel, o de aquellos que se vieron obligados a huir hacia países cercanos. Tan sólo en 2007, la agencia tenía contabilizados a casi cinco millones de palestinos refugiados en Jordania, el Líbano, Siria y en territorios palestinos segregados. Cabe señalar que esa Agencia se obligaba a indemnizar, así como a preparar las disposiciones que fuesen necesarias para proteger a los palestinos desplazados de acuerdo a la Resolución 194/1948, sin que esto haya podido aterrizarse en casi 80 años.
La situación del estado palestino, se agravó después de suscribirse la Convención de Ginebra de 1949 por parte del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, cuya finalidad es la de intervenir con ayuda humanitaria en favor de aquellas personas desplazadas, o afectadas por cualquier tipo de conflicto armado, para proteger a las personas que no participan en las hostilidades (civiles, personal sanitario, miembros de organizaciones humanitarias) y a los que ya no pueden seguir participando en los combates (heridos, enfermos, náufragos, prisioneros de guerra). Lo anterior debido a que, al existir la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente próximo de 1948, la ONU ha manifestado que los palestinos no son sujetos de protección de la Convención de Ginebra, dado que ya cuentan con un ente internacional de ayuda anterior.
Dicha interpretación por parte del Alto Comisionado de la ONU, impulsada y sostenida por los estados socios de Israel, encabezados por Estados Unidos, resulta violatorio en su totalidad con el concepto de seguridad humana, emanado del Informe sobre Desarrollo Humano de 1994 elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, que establece que: “finalizada la guerra fría y remota la posibilidad de un enfrentamiento nuclear a escala planetaria, la seguridad simboliza ahora la preocupación de toda persona por circunstancias de su vida cotidiana: su trabajo, su desarrollo integral, en el acceso a los bienes básicos como la educación y la vivienda, el cumplimiento de los derechos humanos por parte de sus gobernantes o respecto del medio ambiente”.
La ONU arroja datos alarmantes hoy en día, con más de 25,000 civiles muertos, cerca de 70,000 heridos y casi 2 millones más de personas desplazadas, solo dentro de Gaza derivado de los ataques y bombardeos de Israel, y todos los días continúan los bombardeos y ataques en un sistema de “apartheid” semejante al terrible segregacionismo que se vivió en Sudáfrica hace décadas.
Ante tales circunstancias, la comunidad internacional se ha manifestado como nunca en redes sociales llamando al apoyo a Palestina, millones de jóvenes y universitarios en todo el mundo han marchado hecho pintas, y solicitado por todos los medios a sus gobiernos romper relaciones con Israel cuanto antes, sin que gran parte de los gobernantes hayan atendido a estas súplicas en defensa de los derechos humanos.
Hace unos días, en la UNAM, cientos de jóvenes solicitaron a la titular de Relaciones Exteriores de México hacer un pronunciamiento para limitar las relaciones con el estado de Israel por sus constantes abusos y violaciones a los derechos humanos de niñas, niños, adolescentes, mujeres y de todos los civiles. Este será un buen examen para la nueva canciller de demostrar que no le quedan tan grandes los zapatos de un Marcelo Ebrard que en su tiempo logro inculpar legalmente a los fabricantes de armas de Estados Unidos de ser parte de la violencia en México. Veremos si la cancillería escucha o se convierte en parte por omisión de la masacre de Palestina.
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