Estamos a seis semanas del día de la votación, y dos semanas posteriores al primer debate, las encuestas en general dan una ventaja de 28 a 30 puntos de Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez, Álvarez Máynez ha logrado subir de tres a cuatro puntos de cuando empezó, no aún para disputarse el segundo lugar pero va optimista.
La campaña de Claudia en medios entró en la etapa de dar por asegurado su triunfo y busca consolidar el plan C con el que se obtendría la mayoría calificada en el congreso y un “voto parejo” por Morena; mientras que Xóchitl quiere avanzar sin propuestas solo denostando y marcando lo que considera errores del gobierno actual, amenazas de cómo sería el país si ella triunfara, su publicidad quiere sembrar el rencor, temor, angustia.
El gran error de PAN-PRI-PRD, Claudio X y membretes que lo acompañan fue su simulada elección ciudadana que siempre favoreció a Xóchitl; el nunca haber entendido la necesidad de transformación que requería el país y enfrascarse en una narrativa derrotista, pendenciera omnipresente y omnipotente por señalar sin fundamentos que AMLO estaba destrozando el país, que AMLO era y es el causante de todo mal que ocurra en el horizonte interno y externo. Gran error también ha sido que sus voceros oficiosos jamás hayan reconocido un solo acto de gobierno acertado, propositivo, favorable al país.
Actualmente algunos de estos voceros oficiosos de la oposición con presencia en televisión y radio ya empiezan a “decantarse” es decir reconocer algunos logros de AMLO, buscando cierto equilibrio no sé si para no demostrar su mal criterio rentado por adelantado o por buscar espacio de ingreso a los planes de comunicación de la próxima presidenta de México y su equipo.
En ambos casos a partir del 2 de junio el escenario será otro, inédito, si bien es posible que el gobierno de Sheinbaum sea como el de AMLO que perdona a la primera y exonera de sus pecados al actor para cobijarlo inmediatamente, -es probable- para que al paso de los meses sobrevenga la traición; hay que dejar en claro que de las experiencias fallidas también se aprende.
Y ahora llegara el momento para que todos aprendamos; aprendamos a coexistir en democracia, la oposición aprenda a ser objetiva, imparcial, justa, equilibrada; los líderes opositores sean desplazados por nuevas generaciones con mayor riqueza conceptual, criterio amplio y visión de futuro; y el gobierno electo aprenda a ser coherente, humilde, franco, dejando de lado la arrogancia.
El país ya cambio aunque algunos de los líderes de los partidos del siglo pasado aún no lo entiendan y caminen a su extinción de la mano de los senectos “líderes de opinión” de antaño.
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