Creo en el trabajo de campo, en los recorridos de calles, avenidas, en ir a las comunidades y colonias, estar cerca de la población, para conocer de cerca los problemas sociales más sentidos; así como atender en forma directa y darles cauce a las demandas y peticiones de las y los vecinos de Playa del Carmen.
Esa es mi convicción y mi compromiso de trabajo.
Al igual que muchas personas, he padecido la arrogancia de las oficinas gubernamentales y por ello, siempre lucharé para erradicar la discriminación y los malos tratos de la burocracia, ya que toda persona merece un trato digno e igualitario, no importando su origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.
Visitar periódicamente las colonias y comunidades de nuestra demarcación territorial es una labor que exige la ciudadanía, porque a ellos nos debemos como representantes populares.
Las y los vecinos están cansados del histórico burocratismo, por eso es fundamental hacer a un lado eso que le llaman “zona de confort”; ese cambio de chip implica estar cerca de las y los playenses.
Estos son nuevos tiempos, que deben incluir un acercamiento con todos los grupos sociales, poniendo especial énfasis en las personas que viven en situación de vulnerabilidad.
También hay un reto con las y los jóvenes, que tienen una manera diferente de ver las cosas, los asuntos y la realidad que los circunda.
En mi calidad de Regidora y Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, estoy atenta a las demandas y reclamos de los habitantes de Playa del Carmen, para efectuar las gestiones pertinentes y presentar al Cabildo iniciativas, acciones y solicitudes, todo ello para garantizar la protección y garantía de los derechos humanos de las y los playenses.
A los habitantes de nuestra demarcación, debemos cumplirles con hechos, recorriendo calles y avenidas, atendiendo sus reclamos y peticiones, tramitándolas, gestionándolas ante las instancias que correspondan; estar ahí, atentos, y no en nuestras oficinas y detrás de un escritorio.
Ser una Regidora es una noble y alta distinción que me ha conferido la ciudadanía de Playa del Carmen.
Las oficinas de la Décima Regiduría y mis redes sociales están a la orden para recibir cualquier petición, demanda o requerimiento social para su debida gestión.
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