A Tiro de Piedra /
Por Julian Santiesteban /
De todas las formas de ejército, la que menos recomienda Maquiavelo para defender un reino son los mercenarios, pues por dinero hoy te defienden, pero mañana te harán la guerra por la misma razón; ante ello es fundamental formar y combatir con ejércitos propios. Lo mismo ocurre en política y la competencia por el poder, sólo que los partidos se han quedado sin militancia, por lo menos activa. Son castillos sin ejército.
Durante décadas se ha discutido que la forma misma de estructuración del poder en México hace imposible la democracia, más allá de lo que el régimen en turno y su cabeza quieran ceder, por presión o por imagen. El Partido Socialista Mexicano, existió desde la segunda década del siglo XX y obtuvo registro hasta 1977, cuando José López Portillo llegó sin competencia a la presidencia de la República, la matanza estudiantil aun calaba hondo en la sociedad y la Guerra Fría estaba en su apogeo en el mundo; ante ello, era necesario legitimar el régimen, por lo cual se abrió registro a partidos y se crearon las llamadas diputaciones de representación proporcional, para dar cabida a minorías políticas…y desde entonces hasta ahora todo se degradó.
En el 2000 llegó la alternancia a México, producto del hartazgo social y transformación institucional, pero desde 1997 el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió la mayoría legislativa federal y, en el marco de su tercer informe de gobierno de la República, Ernesto Zedillo Ponce de León fue regañado por Porfirio Muñoz Ledo. Lejos parecen los tiempos, pero son sólo dos décadas transcurridas, caracterizadas por una degradación constante de todos los partidos políticos, por en auge de una clase política poco formada y formal, y porque muchos –acaso los que siguen mandando- de los actores políticos de entonces, siguen vigentes. Baste ver al mismo Muñoz Ledo.
Gobiernos del Partido Acción Nacional (PAN) o ahora Morena, el ejercicio del poder es siempre el mismo, unipersonal, unidireccional y piramidal, como siempre. Las candidaturas se otorgan no precisamente por capacidades sino por influencia hacia arriba, no hacia abajo y las candidaturas independientes sólo sirven para albergar a quien no encuentra espacios partidistas. Y volviendo al origen, los partidos tan absolutamente desacreditados, que son vistos no como espacios formativos ideológicamente hablando, sino como la mera vía de acceso a la competencia por el poder, por eso son ahora franquicias con militancia de papel e incluso sin ella, baste recordar que el PAN en Quintana Roo tiene menos de tres mil militantes registrados.
¿Y por qué todo lo anterior? Porque en septiembre del 2020 inicia el proceso electoral que culminará el 06 de junio de 2021. El proceso electoral más grande de la historia, en el cual se renovarán 20 Congresos locales, 15 gubernaturas y unos mil 900 municipios, además de las 500 diputaciones federales. ¿Tendrán los partidos suficientes militantes para competir con probabilidades reales de triunfo? La respuesta es no, y tomarán de fuera a perfiles con capacidad, dinero o ambos, que les permitan hacerlo. Dos décadas tiene esa dinámica y no cambiará con Morena en el poder.
Aún más, Morena es el más claro ejemplo de esa dinámica, hay revueltas internas por las dirigencias nacional y estatales, pero además hay acusaciones entre quienes se dicen “fundadores” y califican a los demás de “arribistas”; cuando el partido mismo es un amalgama de escisiones de los demás existentes, sus personajes más representativos han estado en todos los partidos con registro y otros tantos que han desaparecido. En la víspera de la elección más grande del país, sirva decir que es tiempo de mercenarios, los militantes, como siempre, pueden esperar.
COMENTARIO MORBOSO
A propósito de Morena, este fin de semana la dirigente nacional del partido Yeidckol Polevnsky Gurwitz, distribuyó a través de sus redes sociales un video en el que explica la ruta crítica que seguirá la institución para la renovación de todos sus órganos directivos nacionales y estatales, a lo largo de los tres siguientes meses.
Lo anterior implica, de manera llana, que la aun dirigente se quedaría en el cargo por lo menos hasta abril de 2020, aun cuando hay una exigencia de otros grupos partidistas, incluido los integrantes de su Consejo Nacional, para que el 26 del presente mes se lleve a cabo una asamblea ya convocada por ellos, en la que se elegiría a una nueva dirigencia. En obvio de circunstancias, no es la mejor de las coyunturas para Polevnsky Gurwitz.
La dirigente morenista aduce una jurisprudencia electoral y un mandato del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) para la renovación de dirigencia y actualización de padrón de militantes, pero habrá que ver si los grupos en disputa realizan, a finales de la presente semana, la asamblea en cuestión, si sustituyen en el cargo a Yeidckol Polevnsky y si la máxima autoridad comicial valida la decisión de los militantes; luego entonces, será el grupo de la actual dirigente, el del diputado Mario Carrillo o el del senador Ricardo Monreal, el que se quede con el partido, comienza la cuenta regresiva; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
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