Nicolás Durán de la Sierra
Pese a la repetida petición presidencial de no adelantar el tiempo de las campañas políticas con miras al 2027, cuando se renueven 16 gobernaturas, la de Quintana Roo incluida; pese a tal llamado a la cordura -faltan dos años- la temporada de caza está abierta y cada vez hay más tiradores, como en el Estado, donde un día sí y el otro también aparecen nuevos aspirantes.
Estefanía Mercado, la alcaldesa de Playa del Carmen, la que hoy es guinda aunque hace poco era Verde al igual que casi todos los ediles del Estado, ella es la novísima ficha en el tablero local, desde luego con la bendición de Jorge Emilio González, el “Niño Verde”, y su amplia red económica de apoyo, sobre todo esta dicha red pues con la mera bendición no haría nada.
No es la ficha mayor, pues Gino Segura, ahora senador y ex secretario estatal de finanzas va a la cabeza, pero no sobra tenerla a mano sobre todo porque la estrella de Ana Patricia Peralta, la alcaldesa de Cancún, va en declive tras las sospechas de corrupción que le incluyen y no es que a los verdes les aterre lo turbio, que va, sino que no le gustan los escaparates.
Empero, en lo que toca a la sucesión estatal, los verdes tienen un problemilla y es que si bien sus lideres ven al Estado como su coto, la decisión del 2027 se tomará en Palacio Nacional y allí sus voces no dicen gran cosa; son aquí fiera cabeza de ratón, pero allá son cola de león y una larga cola muy pisable. La de expedientes judiciales que deben tener sus preclaros dirigentes.
Es aquí donde aparecen: Rafael Marín, de Aduanas de México, exaspirante al gobierno estatal y cercano a la presidenta Claudia Sheinbaum y al expresidente López Obrador; y Andrés López Beltrán (si le dicen Andy se cabrea) líder electoral de Morena y, de remate, hijo del exmandatario. Ambos con un largo arraigo en el Estado y el primero es fundador de Morena.
A ninguno de los dos -quizá a ninguno de los cuatro- les gusta el color verde y el juego político de antaño no es el de ahora: Morena es ya un partido de Estado al que, por lo que se ve, le comienzan a molestar las remoras. Falta mucho para el 27, desde luego, pero la que viene será sin duda una contienda difícil para el partido ecologista tanto dentro como fuera del espacio público.
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